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  • Robertus Kardi

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”

07 Julio 2023 926

En el Evangelio de este domingo el Señor Jesús nos repite unas palabras que conocemos muy bien, pero que siempre nos conmueven: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera” (Mt 11, 28-30). Cuando Jesús recorría los caminos de Galilea anunciando el reino de Dios y curando a muchos enfermos, sentía compasión de las muchedumbres, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas sin pastor (cf. Mt 9, 35-36). Esa mirada de Jesús parece extenderse hasta hoy, hasta nuestro mundo. También hoy se posa sobre tanta gente oprimida por condiciones de vida difíciles y también desprovista de válidos puntos de referencia para encontrar un sentido y una meta a la existencia. Multitudes extenuadas se encuentran en los países más pobres, probadas por la indigencia; y también en los países más ricos son numerosos los hombres y las mujeres insatisfechos, incluso enfermos de depresión. Pensemos en los innumerables desplazados y refugiados, en cuantos emigran arriesgando su propia vida. La mirada de Cristo se posa sobre toda esta gente, más aún, sobre cada uno de estos hijos del Padre que está en los cielos, y repite: “Venid a mí todos…”.

Jesús promete que dará a todos “descanso”, pero pone una condición: “Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”. ¿En qué consiste este “yugo”, que en lugar de pesar aligera, y en lugar de aplastar alivia? El “yugo” de Cristo es la ley del amor, es su mandamiento, que ha dejado a sus discípulos (cf. Jn 13, 34; 15, 12). El verdadero remedio para las heridas de la humanidad —sea los materiales, como el hambre y las injusticias, sea las psicológicas y morales, causadas por un falso bienestar— es una regla de vida basada en el amor fraterno, que tiene su manantial en el amor de Dios. Por esto es necesario abandonar el camino de la arrogancia, de la violencia utilizada para ganar posiciones de poder cada vez mayor, para asegurarse el éxito a toda costa. También por respeto al medio ambiente es necesario renunciar al estilo agresivo que ha dominado en los últimos siglos y adoptar una razonable “mansedumbre”. Pero sobre todo en las relaciones humanas, interpersonales, sociales, la norma del respeto y de la no violencia, es decir, la fuerza de la verdad contra todo abuso, es la que puede asegurar un futuro digno del hombre. (Fuente: Papa Benedicto XVI).

No es fácil para los cristianos vivir según los principios y las virtudes inspiradas por Jesús. “No es fácil, pero es posible basta con contemplar a Jesús sufriente y la humanidad sufriente” y vivir “una vida escondida en Dios con Jesús”.  “Sólo contemplando la humanidad sufriente de Jesús podemos hacernos mansos, humildes, tiernos como Él. No hay otro camino”.

Ciertamente tendremos que hacer el esfuerzo de “buscar a Jesús; pensar en su pasión, en cuánto sufrió; pensar en su silencio manso”. Este será nuestro esfuerzo, después “de lo demás se encarga Él, y hará todo lo que falta. Pero tú debes hacer esto: esconder tu vida en Dios con Cristo”. 

Para ser buenos cristianos, es necesario contemplar siempre la humanidad de Jesús y la humanidad sufriente. “¿Para dar testimonio? Contempla a Jesús. ¿Para perdonar? Contempla a Jesús sufriente. ¿Para no odiar al prójimo? Contempla a Jesús sufriente. ¿Para no murmurar contra el prójimo? Contempla a Jesús sufriente. No hay otro camino”. Estas virtudes son las mismas del Padre, “que es bueno, manso y magnánimo, que nos perdona siempre”. No es fácil, pero es posible (Fuente: Papa Francisco)

 

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