En este domingo, se celebra la fiesta de la Sagrada Familia (B), donde nos presenta un modelo de las familias cristianas. José es un ejemplo de humildad y disponibilidad para cumplir la voluntad de Dios. Y María, la Madre de Jesús, es un modelo de fe, entrega y confianza.
En la familia es en donde mejor se ve y se construye la «cultura del encuentro», ya que es lugar de convivencia entre generaciones (padres, hijos, abuelos, bisabuelos, nietos), donde nadie queda excluido, donde todos son necesarios y cada uno recibe el amor y la ayuda que necesitan. En la familia se aprenden y desarrollan las virtudes esenciales para la vida. Una familia viva, en cuyo centro, como sustentador de cada uno, en todo su desarrollo personal y social, y a lo largo de todo el camino que dure la existencia, esté Dios.
La Sagrada Familia de Nazaret es el prototipo de toda familia cristiana. ¿Quién es esa familia? La que, reunida en el sacramento del matrimonio, y alimentada con la Palabra y la Eucaristía, está llamada a realizar esa vocación y misión de ser célula viva, no solamente de la sociedad, sino también de la Iglesia.
En la Familia de Nazaret contemplamos cómo el amor no es concéntrico, ni busca interés personal ni toma en cuenta el mal recibido, sino que se alegra con la verdad. En Nazaret, se hacen verdad aquellas palabras del apóstol San Pablo: «el amor todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta».
Quienes desean construirse como familia desde Dios, acuden a Él para hacer la ofrenda y presentar a quien acaba de incorporarse a la familia. Por eso, todas las familias llevaban al templo de Jerusalén a sus hijos. El icono de toda familia es, pues, Jesús, María y José yendo al templo de acuerdo con la Ley. Van los tres. Y lo hacen para consagrar a Jesús a Dios, y entregar la oblación prescrita.
«Ahora puedo marchar en paz, porque mis ojos han visto la salvación». Ese «ahora» determina que un tiempo acaba y otro nuevo comienza. Y que empieza el tiempo donde la Belleza se hizo presente en este mundo realmente. En ese «ahora», ¿acaso no hemos de introducir la experiencia del amor y de la vida que Dios nos ofrece en Jesús? Él es la luz de los pueblos, de todos los hombres. Ninguno está excluido de su amor.
La profetisa Ana, daba gracias a Dios y hablaba de Jesús a todos los que aguardaban la liberación. Hay que hablar de Jesús, con palabras y con obras. Hay que liberar y eliminar esclavitudes. El desconocimiento del Señor engendra esclavitudes. La familia de Nazaret se abrió a la vida verdadera, poniendo de relieve su fuerza de humanización y la alegría del Evangelio de la familia. Toda familia, en cuanto comunión íntima de vida y amor, es lugar de humanización, cuna de la vida y del amor.
Hoy es día de entregar Belleza al matrimonio y a la familia, hoy es día de decir un Sí incondicional al amor. Dios es amor, y por ello la vocación fundamental de todo ser humano está en amar. (Fuente: Carlos Osoro)
COMENTARIOS
- Dominicos
- Miguel Ángel Munárriz: En el principio. Jesús; un fruto muy especial del Espíritu Santo.
- José Luis Sicre: Donde la familia no es lo importante. En medio de la escasez de datos sobre la familia, hay un detalle que Lucas subraya hasta la saciedad: cuatro veces repite que es un matrimonio preocupado con cumplir lo prescrito en la Ley del Señor.
- José Antonio Pagola: Educar en la fe en nuestros días. Cuando hablamos hoy de «educar en la fe», ¿qué queremos decir?
- Mª África de la Cruz: La familia, escuela donde se aprende a ser humano. Todo modelo de familia que favorezca el desarrollo humano es cristiano. La Palabra de Dios hoy nos da pistas para lograrlo.
- Florentino Ulibarri: Confesiones de Dios. Entregaros un hijo es delegar mucho de mí en vosotros. La fuente de la vida, que encontró cauce en vosotros, tiene su origen en mis entrañas. Acostumbraos, pues, a verme en ellos…
- Vicky Irigaray: Sagrada Familia. Reconozcamos y cuidemos al niño que llevamos dentro, nuestras posibilidades de crecimiento y de cambio; para ofrecer nuestra mejor versión a los demás.
- Anáfora: La familia de Jesús. Jesús creció y se educó en una familia que potenció su desarrollo personal.
- Equipo Quiero Ver: Sagrada Familia. Simeón y Ana, con ojos de fe, vieron en aquel niño la luz de Dios. No lo busquemos en las alturas sino en las bajuras; no lo esperemos entre los poderosos, sino entre los sencillos; no lo queramos ver en lo grandioso, sino en lo pequeño. La fe auténtica nos capacita para alargar la mirada y ver más allá, hacia lo profundo de la vida.