Skip to main content
  • Carlos Collantes Díez

PRESENCIA Y ESPERANZA

16 Julio 2016 1215

     Mi regreso a Sierra Leona supuso para mí una gran alegría: volver a la misión que llevaba en el corazón, encontrar personas conocidas, contemplar un país que, después de 12 años de guerra civil, se había ido reconstruyendo: crecimiento del bienestar social, mejores estructuras sanitarias y escolares, más empresas y empleo, carreteras, ciudades con luz eléctrica y con más calles asfaltadas…

 

     Pasando el tiempo la alegría se “matizo”. Visitando aldeas para reuniones o celebraciones  me percaté de lo de siempre: que el bienestar ha crecido entre los que más tienen, que la mayoría sigue siendo pobre, que las oportunidades en las zonas rurales son muy pocas, que los más sobreviven “al día”…, que en el País lo que abunda es la pobreza, a pesar de ser un País rico.

Volver a empezar

 Volver a comenzar. Muchas cosas siguen igual y otras han cambiado en estos 12 años. Tenía que ponerme al día y  “sintonizarme”, en este nuevo período de mi vida misionera. Y la mejor manera de “ponerme en sintonía” con el pueblo, cultura, Iglesia, sociedad… es escuchar, observar, ponerse en el lugar del otro, tratar de servir de la mejor forma, hacer bien el bien, tener paciencia con uno mismo, tratar de ser testimonio de lo que aquí nos trae: la fe en Jesús, el amor que Él nos manifiesta… ¡Casi nada! Tan es así que uno hace lo que puede…. La confianza en el Señor, el acompañamiento de los hermanos y la benevolencia-acogida de la gente te ayuda a ir adelante.

Al inicio

     Estoy en Makeni, nuestra casa regional. Somos una comunidad de seis. Todos colaboramos, en la medida de lo posible, en la parroquia y en actividades misioneras-pastorales; comencé a participar en reuniones, actividades, grupos de oración que se reúnen por barrios, liturgia, celebración de la Eucaristía en las sucursales rurales…, fue un comienzo agradable: poder ir conociendo gente nueva, reencontrando personas conocidas, celebrando la fe con ellos, disfrutando de su alegría por la llegada de otro misionero que había llegado para quedarse…. Las inquietudes que traía se desvanecieron casi por completo, estaba como en mi casa gracias a Dios y a los que me acogieron.

El frenazo

     En Mayo todo cambió: llegó el ÉBOLA. Había comenzado en Guinea y Liberia, luego pasó a Sierra Leona y se fue extendiendo por todo el país. Hasta ahora (en cifras oficiales), se ha cobrado en el país más de 3.000 muertos y afectado a más de 8.000 personas.

     Al principio el desconcierto y la inquietud fueron grandes, no se sabía bien lo que era ese virus, cómo se transmitía, su curación… Lo que se veía eran los muertos y los afectados, las consecuencias negativas para la gente, para la vida social y laboral, el cierre de las escuelas y universidades, la marcha de muchas compañías internacionales, la suspensión de los proyectos de ayuda al desarrollo, la subida de los precios, el colapso del frágil sistema sanitario, la muerte de médicos, enfermeras-os y personal sanitario, el aislamiento del País; ¡en fin! un desastre que sembraba sufrimiento, muerte, perdida del bienestar y retroceso del País….

La parroquia

La vida de la parroquia se vio afectada con las medidas de prevención del gobierno para evitar contagios (que siempre se dan por contacto): prohibición de encuentros, cierre de escuelas, restricción de movimientos.., en la parroquia todo se redujo a la celebración de la Eucaristía y la oración del rosario. Por otra parte con los afectados no se podía hacer nada ya que son inmediatamente aislados, tanto ellos como su entorno familiar o vecinal.

Nosotros seguimos adelante con prudencia, haciendo lo que se puede en estas circunstancias, visitando (desde fuera de la casa) a las familias aisladas por haber tenido algún afectado: se les ofrece apoyo, seguimiento, recuerdo, oración, ayuda; la comunidad cristiana se hace presente, expresa su fraternidad con todos: musulmanes, protestantes, católicos…

Presencia

     No podemos hacer mucho. En estas circunstancias LA MISIÓN se caracteriza por el ESTAR PRESENTES compartiendo, de alguna manera, sufrimientos y esperanzas; celebrando juntos la fe y la fraternidad y tratando de que ellas nos hagan afrontar, con entrega y generosidad, estos tiempos con la confianza puesta en el Señor y en la respuesta de la comunidad y la sociedad.

     En estas últimas semanas parece que la situación tiende a mejorar, esperamos que sea así para el bien de este sufrido País. Saludos.

P. Luis Pérez Hernández s.x. 

¿Te ha gustado este artículo?

compártelo