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DOSS 3 CHAD

13 May 2016
1928

El EVANGELIO semilla de AMOR y de UNIDAD

Para entender la realidad en que vive esta nación Africana basta una nota histórica: desde que en el año 1960 el país obtuvo la independencia, la República del Chad sólo ha conocido cinco años de paz.

Esta es la historia reciente de Chad: una continua guerra de pobres y desesperados contra otros pobres y desesperados.

La guerra de Chad es una guerra olvidada por los demás países. Los medios normales de comunicación occidentales (periódicos, televisión, radio...) prácticamente nunca hablan de la situación de este país, ¿a quién le interesa?

EL PAÍS DE LA DIVISIÓN

Chad es un país dividido por la misma naturaleza: la zona sahariana, al norte, es una extensión áspera y desértica, poco habitada; en el centro se encuentra la zona sahariana, poblada por tribus de pastores nómadas; y el sur del país es una zona de sabana con algunos árboles, y algunos ríos, habitada por tribus dedicadas a la agricultura.

El lago Chad, que da nombre al país, es un lago "de goma": muy extenso en tiempo de lluvias y pequeño en tiempo seco. Tiene una profundidad media de 4 a 7 metros. Sus orillas no son siempre definibles, de modo que resulta imposible determinar con exactitud dónde comienza y dónde acaba, ya que depende de la cantidad de lluvias caídas y de los terrenos anegados.

Al ser una tierra de paso (de las tres rutas tradicionales de comercio, peregrinaje y tráfico de esclavos a través del desierto, dos pasaban por las orillas del lago Chad), sus habitantes sufrieron frecuentes invasiones y se fundieron con diversos pueblos creando, desde antiguo, una gran variedad de etnias, lenguas y costumbres.

REALIDAD HUMANA

La historia ha hecho que este país esté dividido no sólo por motivos geográficos sino, sobre todo, por las diferencias culturales.

En el desierto del norte viven unos 300.000 habitantes, nómadas y guerreros, de origen generalmente nilótico y de religión musulmana.

En la zona del Sahel, sabanas con poca lluvia, vive alrededor de un millón y medio de habitantes dedicados prevalentemente a la ganadería. Suelen ser también de religión y cultura musulmana.

En el extremo sur, zona semihúmeda, con algo más de lluvia, viven más de tres millones de habitantes dedicados a la agricultura. Suelen practicar la religión tradicional Africana y entre ellos se encuentra el mayor número de cristianos del país.

Estas tribus del sur han sido consideradas, en el pasado, como "reserva de esclavos" por sus vecinos del norte. El hacer convivir ahora en un mismo estado los antiguos esclavos con los antiguos esclavistas es un problema difícil de resolver.

A las orillas del lago Chad, vivían, según la tradición oral, comunidades de "pequeños hombres rojos" que debieron ser los creadores, entre los siglos I y V de nuestra era, de la llamada Civilización del Chad, conocida por su producción artística y metalúrgica de alta calidad, que ha sido descubierta en las últimas excavaciones.

A mediados del siglo VIII llegaron los Sao, pueblo nilótico de estructura alta y fuerte, que exterminaron a los "hombrecitos rojos" y se establecieron en la zona como una confederación de tribus.

En la zona habían llegado también los Tibu y los Kanuri que instauraron una aristocracia militar y fundaron el reino de Kanem. Cultivaban buenas relaciones con los árabes del Norte de África basadas en el tráfico de esclavos.

Los Kanuri lograron dominar a los Sao y a los Tibu dando origen al reino de Kanem - Bornu.

La prosperidad del tráfico de esclavos permitía poseer un ejército de 30.000 jinetes con armas de fuego compradas en los mercados de Túnez y con ello dominar y controlar todas las tribus al sur del lago y a orillas de los ríos Chari y Logone.

El último rey, Rabah, fue derrotado por los franceses mediante la conjunción de tres ejércitos coloniales, uno proveniente de Argelia, otro del Congo y el tercero de Malí.

Rabah murió en la batalla y su muerte significó el fin de la resistencia de Kanem-Bornu y el inicio de la colonia francesa de Chad.

Existen en Chad unos 120 grupos humanos diversos, etnias a veces muy diferentes unas de otras, cada una con su lengua y cultura propia, lo que hace que el país sea una mezcla de lenguas y costumbres. Chad es un auténtico mosaico de culturas.

LA COLONIZACIÓN Y LA INDEPENDENCIA

Francia se adueñó de Chad en 1.885, después de la Conferencia de Berlín, pero lo ocupó efectivamente sólo en 1.920 con la Legión Extranjera.

Mientras las gentes del sur acogieron, sin muchas resistencias, a los nuevos dueños, que les liberaban de la tiranía de los musulmanes del norte, las tribus guerreras del norte fueron dominadas sólo después de una larga y sangrienta represión.

Los colonizadores introdujeron en el sur del país, la única región fértil, el cultivo de algodón en 1.930. A cada campesino se le atribuía una faja de tierra y debía producir determinada cantidad de algodón, que era comercializado por los franceses en forma de monopolio.

Fue así como se destruyó la economía tradicional y se pusieron los fundamentos de una de las causas del hambre y la miseria de la población, que aún hoy, sobrada de algodón, tiene escasez de alimentos básicos.

En 1960 el país obtuvo la independencia y, con la independencia, volvieron los antiguos rencores.

Asumieron el poder los dirigentes del sur del país que habían negociado con París el tratado de la independencia.

El primer presidente del país fue François Tombalbaye, líder del Partido Progresista Chadiano.

El gobierno de Tombalbaye se mostró incapaz de unir el país. Los nuevos dirigentes, casi todos del sur, no supieron respetar las diferencias culturales de los distintos pueblos y explotó la guerra civil.

La población arabizada del Norte no aceptó nunca ser dirigida por autoridades del sur que, sintiéndose superiores, no eran capaces de entender ni respetar a las tribus musulmanas del norte a quienes sometían continuamente a terribles humillaciones.

LA GUERRA CIVIL

Los años después de la independencia son un cúmulo de páginas violentas, tristes, y su consecuencia es una sucesión de golpes de estado con represiones sangrientas en el país.

En el norte empezaron los movimientos de resistencia contra el poder de Tombalbaye. En 1966 los varios grupos se unieron en el Frente de Liberación Nacional de Chad (FROLINAT) que en 1970 controlaba ya dos tercios del país y en 1972 llegó a sitiar N'Djamena, la capital. Sólo con la intervención de Francia se logró parar su avance hacia el sur del país.

En 1975 era asesinado el presidente Tombalbaye en un golpe de estado orientado por Francia, que llevó al poder al general Félix Malloum. Pero la guerrilla del Norte continuaba a pesar de que el FROLINAT se había dividido en unos diez grupos diferentes.

El nuevo presidente intentó asociar a su gobierno a los líderes del norte y nombró a uno de ellos, Hissene Habré, como primer ministro.

Las luchas entre los varios grupos armados no cesaban. El presidente Malloum dejó el poder y abandonó el país.

Para intentar poner fin a la guerra, que en 1979 destrozó la capital, se creó un Gobierno Transitorio de Unidad Nacional (GUNT), formado por once grupos armados diferentes, presidido por Goukouni Oueddei uno de los jefes de las facciones del norte y se nombró a Hissene Habré ministro de la defensa.

Libia, país vecino, había mandado bajo petición del nuevo presidente 2.000 soldados a N'Djamena para proteger al nuevo gobierno.

Pero la cosa no funcionó, se dice que no gustaba a Francia la amistad de Goukouni con el líder libio Gadafi. En 1980 Habré rompió la alianza y desató nuevamente las hostilidades desde Sudán, país vecino.

Francia inició una campaña internacional contra el expansionismo libio en África, apoyada por Estados Unidos, Egipto y otros países Africanos temerosos que el proyecto de Gadafi se extendiese a las poblaciones islámicas pobres al sur del Sahara.

Algunos países Africanos, sostenidos por Francia, enviaron tropas de pacificación a Chad. El remedio fue peor que la enfermedad. Se agravaron las tensiones en el país. Libia retiró sus tropas pero la paz no llegó.

Hissene Habré empezó la conquista del país partiendo de Sudán y apoyado por Francia, Estados Unidos, Egipto y Sudán.

En 1982 Goukouni Oueddei dejaba el poder huyendo al extranjero y Hissene Habré entraba triunfal en N'Djamena. El país tenía un nuevo presidente.

Para conocer lo que significa la "guerra" en el Chad, basta recordar algunos casos:

El 16 de febrero de 1992, Joseph Bheidi, abogado y vicepresidente de la Liga Chadiana de Derechos Humanos, se dirigía a su casa cuando varios hombres armados que vestían uniforme militar le obligaron a detenerse, a bajar del coche y le dispararon varias ráfagas de fusil a quemarropa, causándole la muerte.

A principios de 1993, las autoridades de Chad afirmaron que no les había sido posible identificar a los asesinos del señor Bheidi, a pesar de la existencia de abundantes pruebas que evidenciaban su vinculación con las fuerzas de seguridad del Estado.

Otra técnica empleada es la matanza masiva de civiles indefensos:

El 16 de agosto de 1992, un grupo guerrillero atacó la guarnición militar de Doba, una ciudad al sur del país.

Al día siguiente, las fuerzas de la Guardia Republicana, cuerpo militar de elite al servicio directo del presidente de la república, irrumpieron en aquella ciudad disparando contra la población.

Más de cien civiles desarmados, algunos de ellos niños, fueron abatidos a tiros y asesinados; muchos más fueron los que resultaron heridos.

Comercios y oficinas fueron saqueados y destrozados por los militares.

El pertenecer a ciertas tribus o grupos étnicos ya es suficiente para ser considerado enemigo:

En febrero de 1992 los militares detuvieron un camión con pasajeros que fueron obligados a bajar a punta de pistola y, sin que mediase provocación alguna, fueron tiroteados.

Parece ser que el origen de la matanza fue únicamente su pertenencia étnica a las tribus del sur del país.

AÑOS DE TERROR

El país quedó dividido en dos: el norte, controlado por un Consejo de Liberación Nacional formado por ocho distintos grupos guerrilleros y apoyado por Libia, y el sur, la parte "útil" del país, controlado por Hissene Habré con sus militares de las Fuerzas Armadas del Norte (FAN) y apoyado por Francia y los Estados Unidos.

El hambre y la miseria de los campesinos del sur originaron protestas populares que se agravaron con las injusticias que los militares del FAN cometían contra las gentes. Esto hizo que en el sur estallara la rebelión. Se formaron varios grupos armados de guerrilleros que operaban cerca de la frontera con Centroáfrica.

La represión que los FAN realizaron fue terrible. Muchas fueron las víctimas inocentes. Unos cien mil chadianos fueron obligados a abandonar sus casas y sus campos para buscar refugio en el extranjero. Sólo en 1986 se logró pacificar el sur del país. El norte seguía siempre ocupado por los grupos rebeldes apoyados por Libia.

Fue en 1987 cuando, en una ofensiva relámpago, las tropas de Hissene Habré, apoyadas por Francia y "alentadas" por los Estados Unidos, lograron tomar las plazas fuertes del norte, "liberando" así a todo el país.

¿NUNCA MAS?

El 1 de diciembre de 1990, el MPS., Movimiento Patriótico de Salvación, una coalición de grupos armados conducida por Idriss Déby, llegó a la capital de Chad, N'Djamena, y derrocó, con la complacencia de los militares franceses presentes en el país, al gobierno de Hissene Habré, que había oprimido al país durante ocho años.

El régimen de Habré se había caracterizado por las horrorosas violaciones de derechos humanos cometidas: se sabe con certeza que alrededor de 40.000 personas fueron torturadas y asesinadas a sangre fría en las cárceles de Habré.

Al principio, el nuevo gobierno abrió una puerta a la esperanza para los derechos humanos. El Presidente Déby afirmó que el lema de su gobierno sería "Plus jamáis ça!" (Eso, ¡nunca más!).

La policía de seguridad fue disuelta. Los presos políticos fueron liberados. Se ordenó la realización de una investigación oficial sobre las violaciones de derechos humanos que tuvieron lugar en el pasado.

El gobierno prometió un sistema político pluripartidista, elecciones libres y la restauración de la democracia. Fue permitida, por primera vez en muchos años, la formación de partidos políticos, sindicatos y organizaciones independientes, incluidos los grupos de derechos humanos. Fue un momento de esperanza.

Sin embargo, rápidamente se vio que las nuevas libertades prometidas estaban en peligro. Un año después de la toma de posesión del presidente Déby, nuevos informes de asesinatos, torturas, arrestos en masa y "desapariciones" salieron a la luz pública.

Reaparece pronto, bajo otro nombre pero con los mismos individuos, la antigua policía política de Habré. Cualquier persona, relacionada con la crítica al gobierno, corre el riesgo de ser objeto de detención, tortura e, incluso, asesinato.

Cualquier oposición está siendo suprimida. Unas veces con la matanza masiva de civiles y otras con la eliminación selectiva de individuos prominentes. Las fuerzas de seguridad están actuado, amparadas en la impunidad, como jueces y verdugos.

La solución, tal vez, sería mirar al futuro y olvidar el pasado. Pero, ¿quién es capaz de hacerlo?

EL DESASTRE ECONÓMICO

La situación económica de Chad es desastrosa. A la guerra y a la destrucción de la agricultura tradicional, se les ha añadido la falta de lluvias, y la sequía ha traído muchas veces el hambre al país.

La mortalidad infantil es altísima, (22 de cada 100 nacidos mueren antes de los 5 años de edad) los niños son víctimas de la malaria, las diarreas, la falta de higiene y la malnutrición.

Faltan estructuras sanitarias, muy pocos tienen acceso al agua potable. Muy pocos son los que pueden tener acceso a la escuela y, quien puede ir, difícilmente puede tener los libros necesarios para estudiar.

La única riqueza exportable del país es el algodón, que los colonizadores impusieron como monocultivo. Pero últimamente, en el mercado mundial, el precio de este producto ha descendido enormemente y así mientras en diez años los abonos e insecticidas, que el agricultor necesita, han aumentado en un 200 %, el precio de la cosecha ha disminuido de un 50 %. Esto hace que los agricultores sean cada vez más pobres ya que lo único que pueden vender ya no es rentable.

Además, la explotación intensiva de algodón ha hecho que las tierras se empobreciesen y que muchas zonas se estén convirtiendo en desierto.

LA IGLESIA EN EL CHAD

Hace poco más de 50 años que llegaron los primeros misioneros a este país sub-sahariano. Es por lo tanto una iglesia muy joven y minoritaria en el país. Pero es una iglesia llena de interesantes fermentos evangélicos.

Las comunidades cristianas han debido afrontar, enseguida, enormes problemas humanos:

* Los años de guerra civil y de inestabilidad política han producido enormes sufrimientos en el pueblo.

* Las varias sequías que en este período se han producido, han causado terribles hambrunas y han aumentado la miseria del pueblo.

* La falta de organización del estado ha hecho que las estructuras fundamentales de la sanidad y de la educación fuesen completamente destruidas.

¿Cómo anunciar en esta situación la Buena Noticia de salvación? ¿Cómo ser testigos del amor de Dios? Esta ha sido la pregunta que continuamente los misioneros, junto con las comunidades cristianas, se han hecho.

La respuesta ha sido ponerse al lado de los pobres, socorriéndolos como se ha podido, pero sobre todo, haciendo que recuperen su dignidad, su esperanza en el futuro, sus ganas de enfrentarse a la vida.

La iglesia de Chad ha intentado e intenta ser un signo de esperanza en medio de la miseria de un pueblo olvidado.

UNA CRISIS SALUDABLE

A mediados de los años 70, los misioneros que atendían la diócesis de Pala, en el suroeste del país, sentían que estaban fracasando en su misión evangelizadora y eso a pesar del mucho trabajo realizado.

El Consejo Pastoral diocesano se preguntó si el Evangelio, en la manera en que se estaba anunciando, era realmente una Buena Noticia. La respuesta fue que no.

"El Evangelio es recibido por nuestra gente más como un conjunto de consejos morales que como Buena Noticia. No se produce respuesta en el corazón de la gente. La conversión se reduce a un cambio de ritos y normas externas de comportamiento. La Iglesia se vive como algo extranjero, que habla un lenguaje desconocido y sin sentido", decían las conclusiones de este Consejo.

En algunas parroquias se había iniciado ya una nueva experiencia de evangelización:se trataba de la transmisión oral del Evangelio.

Partiendo del estudio que algunos misioneros habían realizado de las tradiciones orales de la cultura local, que regían toda la vida del pueblo, habían intentado que el Evangelio fuese anunciado con el mismo método con el que eran transmitidas las tradiciones orales en aquellas culturas.

El resultado parecía positivo y, así, la diócesis asumió y decidió extender la experiencia.

Los objetivos eran convertir el Evangelio en una palabra viva y significativa, en una Buena Noticia de Salvación que pasase a ser posesión de todos los cristianos en las comunidades, de tal manera que fuesen ellos mismos capaces de transformarse en evangelizadores de su pueblo y de su cultura.

VOLVER AL EVANGELIO

Comenzó entonces un gran trabajo de traducción y adaptación del Evangelio y de los Hechos de los Apóstoles a los 12 idiomas diferentes que se hablan en la diócesis.

Había que guardar una doble fidelidad: al texto evangélico y a las formas literarias de la tradición oral.

El Evangelio se transformó en el único texto de formación para los cristianos, dejando de lado cualquier tipo de catecismo.

En la catequesis, en las reuniones y en la liturgia, el Evangelio empezó a ser narrado y no leído, y los cristianos lo fueron aprendiendo de memoria para que todos pudiesen comentarlo, asimilarlo y transmitirlo.

Tras los primeros intentos, pese a que hubo que rectificar muchas cosas y rehacer las traducciones varias veces, se vio que la experiencia era positiva. Los grupos estaban contentos:"Ahora es nuestro palabra, no la del blanco “comentaban."La palabra de Jesús ahora no te deja nunca, siempre acude a tu memoria. El Evangelio es mejor que la doctrina de antes".

LA PALABRA TRANSFORMA

El descubrimiento de la Buena Noticia ha ido transformando radicalmente la vida de las comunidades cristianas de la zona. La Palabra se ha ido convirtiendo en lo más importante de las celebraciones, por encima de lo que el cura o el catequista puedan decir. Se ha comenzado a vivir el cristianismo como una Buena Noticia y no como una norma moral.

Las comunidades poseen el Evangelio, lo sienten como algo propio, que está a disposición de todos y no de los pocos que saben leer; incluso lo han convertido en canciones que forman parte de la tradición y que surgen espontáneas a la hora del trabajo en casa o en el campo. A partir de las reuniones para escuchar y memorizar el Evangelio, comentarlo y rezarlo, se han ido creando nuevas comunidades.

Además, el Evangelio ha comenzado a adquirir proyección social: las comunidades se han abierto a la vida del poblado y se comprometen allí donde la vida necesita ser humanizada.

En concreto, se ha despertado una sensibilidad muy grande en torno a los problemas de injusticia y en algunas comunidades se han realizado acciones concretas. En muchos poblados los cristianos han sido los creadores de grupos de Justicia y Paz.

Nuestra primera impresión en esta nueva misión en la sabana de Chad ha sido muy buena: la gente, la pobre gente, nos ha dispensado una muy cordial acogida

Sin duda el momento que nunca olvidaré fue el día en que me dieron un nombre nuevo, dar un nombre significa acoger a una persona en la intimidad de la familia como miembro de ella.

Un notable declaró mi nuevo nombre: "WA-DANA", que significa "mijo", y este nombre fue repetido con regocijo por todos los presentes: "Wa-dana".

El mijo aquí es el pan de cada día, bendición de Dios, unión en la familia reunida para nutrirse con alegría.

Wa-dana me llamó desde entonces. Pan de mijo, alimento de los pobres.

¡Qué nombre más profundo para un misionero!

Le pido a Dios que me conceda algún día ser digno de mi nuevo nombre; ser con mi palabra, con mi presencia, alimento cotidiano para saciar el hambre de esperanza de este pueblo; ser con mi vida un auténtico pan de los pobres que se comparte con alegría en la unión de la familia, que se ofrece al que es más pobre, con la sencillez que los pobres saben tener cuando comparten lo poco que tienen.

¡Que mi vida sea toda ella signo de Aquel que se hizo pan para dar la vida al mundo!

Ahora, aquí, me llamo Wa-dana, así de sencillo, así de profundo.

LOS JAVERIANOS EN EL CHAD

Llegamos a este país el año 1982. Al principio éramos un grupo de tres javerianos, procedentes de Burundi, de donde pocos meses antes habíamos sido expulsados. Actualmente somos diez los javerianos presentes en aquel país.

El obispo que nos acogió nos dijo:"El compromiso esencial de un misionero, y por lo tanto el vuestro, consiste en anunciar con la palabra, y sobre todo con la vida, el Evangelio. Concretamente os pido que forméis comunidades cristianas que sean testigos del Evangelio viviendo la fraternidad y con un estilo de vida que sea servicio entre ellos y con los demás".

Nuestra misión en Chad se caracteriza por la atención a la cultura de estos pueblos, en conocer y apreciar sus lenguas, sus costumbres, sus valores. Es el camino para que descubran su dignidad, el valor de lo que son y lo auténtico de sus valores humanos.

Desde esta atención por la cultura les proponemos el Evangelio, no como algo abstracto como puede ser una doctrina, sino el Evangelio mismo como narración de lo que Jesús de Nazaret hizo y dijo.

VIVIR, CON LOS POBRES, EL EVANGELIO

El Evangelio debe ser vivido y no sólo anunciado con la palabra, intentamos pues que nuestro estilo de vida sea el de una comunidad que vive con y para los pobres. Y así deben ser las jóvenes comunidades cristianas que nacen: abiertas a los pobres y al servicio de los necesitados, ya que ellos son los privilegiados en el Reino de Dios.

Entre un pueblo que sufre la pobreza no podemos desinteresarnos de la ayuda al desarrollo del país.

Ayudándoles a recuperar la dignidad y la esperanza, ponemos las bases para que sean capaces de asumir los destinos de sus vidas, por ahí debe empezar toda acción de desarrollo.

Pero en ciertas situaciones límites de miseria se nos pide algo más y así han nacido algunos "proyectos de desarrollo". Una escuela, un dispensario, un centro de formación para adultos, proyectos de animación agrícola, algunos pozos para que en los poblados puedan disponer de agua limpia y suficiente, proyectos de autogestión de los cereales para prevenir las hambrunas...

Muchas son las iniciativas en este campo y muy variadas, hechas siempre partiendo de las necesidades de la población y dejando que sean ellos los protagonistas y nosotros sólo los colaboradores.

Los javerianos actualmente presentes en Chad servimos a doce parroquias y a un total de unos doscientos poblados.

¿Cómo poder llegar a todos? La única vía posible es tener colaboradores en las varias comunidades cristianas que sean líderes de las mismas. Así pues, gran parte de nuestro trabajo consiste en formar a estos colaboradores que, gratuitamente, dan parte de su tiempo al servicio de los demás.

CHAD, datos generales:

Superficie:

1.284.000 kilómetros cuadrados.

Población: 14.000.000 habitantes. Lo que significa una densidad de 4 habitantes por kilómetro cuadrado.

Capital:

N'Djamena (Yamena), 500.000 habitantes en 1987.

Lenguas:

El francés y el árabe son las lenguas oficiales.

En el país se hablan otras 170 lenguas distintas, las principales son: el sara, el ngambay, el masa. El musey, el mundang, el gabrí, el peul, el dadjo, el mabang...

Religiones:

Religión tradicional Africana 25%

Musulmanes 50 %

Protestantes 15%

Católicos 10%

Salud:

Se calcula que más de tres millones de habitantes no tienen acceso a servicios de salud.

Consumo de calorías: el 78 % de lo requerido.

La mortalidad infantil (menores de cinco años): 216 niños por cada mil niños nacidos.

Sólo el 26 % de la población tiene acceso al agua potable.

Esperanza de vida: 42 años para los hombres y 45 años para las mujeres.

Educación:

Solamente el 42 % de los hombres y el 18 % de las mujeres están alfabetizados.

Hay 69 estudiantes universitarios por cada 100.000 habitantes.

LA VIDA DE

LA IGLESIA DE CHAD

Para conocer la Iglesia de Chad, nada mejor que escuchar algunos hechos de su vida.

1. TESTIGOS DEL AMOR

En una discusión, un día de mercado, el hermano de François, catequista de la comunidad cristiana, fue asesinado.

Todo el clan se puso en movimiento, había que vengar su muerte con la muerte del asesino y con la destrucción de su poblado, es así como lo enseña y lo impone la costumbre del clan.

Los hombres se presentaron delante de la casa de François armados con lanzas y cuchillos, esperaban de él que, según la tradición, lanzase el grito de muerte y empezase la venganza.

François permanecía dentro de su cabaña, pensaba en las palabras de Jesús: "Amad a vuestros enemigos". La gente, que estaba afuera, se impacientaba y gritaba.

Cuando él salió, pidió silencio y dijo:

"Hermanos yo soy de vuestro clan, conozco nuestra costumbre y las tradiciones de nuestros ancianos. Pero sabéis que soy cristiano, he aceptado seguir otra Palabra, más fuerte y más importante que la palabra de nuestros ancianos. Ellos me piden dirigir la venganza contra el pueblo del asesino de mi hermano, pero la Palabra de Jesús me pide perdonar. Así pues, os digo que dejéis vuestras armas, volved a vuestras casas, no haya venganza sino perdón".

Los ancianos criticaron a François, temían que la venganza de los muertos se volviese contra el clan. François volvió a repetirles: "Hay una nueva ley, la del amor".

A los pocos meses un grupo de jóvenes se presentaron a François y le pidieron que les instruyera en la Palabra de Jesús. Así, ahora, está naciendo una nueva comunidad cristiana.

2. LOS POBRES EVANGELIZAN

La comunidad se ha reunido como cada semana. Sentados bajo el árbol están los jóvenes, las madres con sus niños, los hombres y algunos viejos.

Falta Cecilia, la vieja ciega, está enferma y no puede moverse.

Se proclama y se escucha el Evangelio (Lucas 7, 11-23): Jesús resucita al hijo de la viuda de Naín y luego, cuando los discípulos de Juan le preguntan sobre su misión responde: "Decidle que los ciegos ven, los cojos andan... a los pobres se les anuncia la Buena Noticia".

Cada uno habla de su experiencia a la luz de esta Palabra. Luego los jóvenes cantan la Palabra escuchada y las mujeres danzan.

En el grupo empieza a surgir una pregunta: "¿A quién vamos a llevar la Buena Noticia?"

Se decide visitar a Cecilia.

Alguien sugiere: "Llevémosle algo que le manifieste nuestro amor"

"Un grano de mijo no sirve para nada, pero tantos granos juntos quitan el hambre" -dice la sabiduría popular. "Nadie es tan pobre que no pueda dar algo", dice otro refrán.

Se decide que cada uno traiga un poco de mijo (alimento básico de los pueblos de Chad) y lo recogido se dará a Cecilia.

Así se hace.

Cecilia está contenta. Todos están a su alrededor, con ella han repetido la Palabra de Jesús, han rezado juntos, han cantado y le han entregado el mijo.

Cecilia exclama: "¡Jesús está con nosotros!".

Yo pienso: "A los pobres se les anuncia la Buena Noticia".

3. DIOS HA VUELTO ENTRE NOSOTROS

Estábamos sentados bajo un árbol, hacía calor y conmigo, además de un catequista que me había acompañado a visitar el poblado, estaban algunos ancianos que, sentados a mi lado, me honraban con su presencia.

Uno de ellos me preguntó:

- "Oye, blanco, ¿por qué has venido donde nosotros?"

Yo conocía una leyenda, muy común en muchos lugares de África, que expresa la experiencia que el africano tiene del drama humano: la lejanía de Dios, que hace al hombre víctima de sí mismo y de sus miserias. Me puse a narrarla:

"Al principio de todas la cosas, Dios habitaba junto a los hombres, muy cerca de ellos, tanto que levantando la mano se le podía acariciar. Así, Dios se ocupaba de ellos, los protegía, no había ni muerte, ni enfermedad, ni dolor, ni sufrimiento, ni hambre, ni miseria, porque Dios estaba con ellos.

Dios oía el canto del poblado al atardecer y veía las danzas de las jóvenes en las noches de luna llena, acudía cuando un niño lloraba y hablaba con los ancianos. Todos respetaban a Dios y eran felices.

Pero un día, una chica atolondrada, mientras trituraba en el pilón el cereal para la comida de la familia, empezó a lanzar el bastón que usaba como majadero cada vez más alto de tal modo que varias veces golpeó a Dios. Éste, viendo que su presencia molestaba a la chica, decidió alejarse y subió allá arriba, lejos.

Y así fue como el hombre quedó solo, sin Dios, y llegó la muerte, la enfermedad y la miseria, a causa de ellas los hombres se separaron, se odiaron y se dividieron. Y así es hasta nuestros días".

Terminé la narración y en el grupo hubo silencio, algunos viejos asentían con su cabeza, tuve la impresión que sentían sobre ellos el peso de la desgracia.

Volví a tomar la palabra y les dije:

- "Hoy estoy aquí para comunicaros una buena noticia: Dios ha vuelto entre nosotros".

"En los tiempos pasados, como bien sabéis, Dios habló de muchas maneras con nuestros antepasados, les dio las costumbres que han guiado nuestros poblados. Ahora ha mandado entre nosotros a su Hijo, que ha caminado por nuestros caminos, se ha acercado a los niños para acariciarlos, ha participado en las fiestas de nuestras bodas, ha comido con los pobres, ha dado la vista a los ciegos y ha perdonado a todos aquellos que se habían equivocado".

- "¿Cómo es esto? ¿Cómo lo sabes? Explícalo". Me dijo un anciano.

Y así fue como empecé a anunciarles el Evangelio.

4. MULTIPLICACIÓN DEL PAN

Las lluvias este año habían sido insuficientes y la cosecha había sido muy escasa en toda la región.

En el poblado de Ogol, además, las orugas habían destruido casi todo lo que habían sembrado.

Coincidió que los cristianos en su reunión escogieron el texto de la multiplicación de los panes."Dadles vosotros de comer".

Se dijeron:"Esta palabra se nos dice hoy a nosotros. Pongamos juntos algo de lo que tenemos, compartamos con los de Ogol nuestros cereales".

Al domingo siguiente cada uno vino con una taza de sorgo; se llenaron 18 sacos. Fue el milagro de la hermandad entre los pobres.

LA ALEGRÍA DE SER MISIONERO EN EL CHAD

Esta es una entrevista hecha a uno de los misioneros javerianos de Chad.

Cuéntanos algo de tus años de misión en Chad
- Fue en el año 1982 cuando los tres primeros Misioneros Javerianos llegamos a Chad.

Los primeros años no fueron nada fáciles, había que organizar todo y, aún más difícil, aprender nuevas lenguas, costumbres... Debíamos hacernos, en cierto modo, chadianos, miembros de aquel pueblo, para poder vivir con ellos la novedad del Evangelio.

Fueron unos años de siembra paciente, esperando la buena cosecha.

Ahora se empiezan a ver las flores y se anuncian los frutos.

Hemos sembrado el Evangelio, intentando que los pobres lo reciban como una BUENA NOTICIA. Para ello, hemos "sacado" el Evangelio del libro para que sea propiedad de todos. Hemos adoptado las técnicas culturales de aquellos pueblos para, a través de ellas, hacer que la buena noticia del amor de Dios sea parte de sus vidas.

¿Qué es eso de adoptar sus técnicas culturales?
- Ya sabéis que la cultura de los pueblos Africanos se transmite por la palabra. Se cuenta, se escucha, se repite... Hay que sentarse con ellos para, escuchando, descubrir la sabiduría del pueblo.

Nosotros intentamos que el Evangelio sea parte de esa cultura.

¿Cómo lo habéis hecho?
- Lo primero ha sido traducir el Evangelio a su lengua. Luego hemos "sacado" el Evangelio del libro, o sea lo hemos aprendido de memoria para poderlo narrar del mismo modo que ellos cuentan sus narraciones.

La gente ha sentido enseguida que era un mensaje para ellos, una palabra que les hablaba. Con gozo han empezado a repetir lo que oían, el Evangelio ha empezado a circular de "boca a oreja", ha vuelto a ser "palabra viva".

Y como la semilla sembrada da fruto, así el Evangelio, que ha entrado en nuestros corazones, nos empuja a responder.

Las pequeñas comunidades que conocen el Evangelio están empezando a repetir no sólo las palabras de Jesús, sino también sus gestos.

¿No querrás decirnos que hacen milagros?
- No, si por milagro entendemos, sólo, resucitar a los muertos.

Pero aquella gente, pobre, víctima de la injusticia, reunida alrededor de la Palabra de Jesús, está encontrando la fuerza para moverse: unos piden mayor justicia a los jefes, otros crean pequeñas cooperativas, otros ayudan a los enfermos, se ocupan de los más pobres...

Son cosas muy pequeñas, pero podemos leerlas como signos de que el Reino de Dios ya está entre nosotros.

En un mundo de guerra y de muerte, como es el Chad, nuestras comunidades cristianas se manifiestan como servidoras del amor, de la vida, de la hermandad... ¿No es esto un milagro?

LA PAZ ES HIJA DE LA JUSTICIA

Reproducimos aquí algunas partes de un mensaje de los obispos de Chad que hicieron público para la Navidad de 1993.

En él, al mismo tiempo que denuncian las situaciones de injusticia existentes en el país, alientan a la esperanza siempre posible y recuerdan el deber que los cristianos tienen de comprometerse para construir un país mejor.

Creemos que la lectura de este mensaje pude ayudar a conocer mejor la Iglesia que vive y lucha en Chad.

NAVIDAD ES ESPERANZA

Nos estamos preparando a celebrar la Navidad, lo que significa anunciar la venida de su reino de justicia y de paz que acabará la obra que Dios empezó con la creación.

Esperar la venida de un reino de justicia y de paz quiere decir creer que nosotros debemos y podemos ya ahora construir un mundo más justo.

LAS DECEPCIONES QUE HEMOS CONOCIDO

Muchas decepciones contradicen esta esperanza y muchos sucesos nos mantienen lejos de aquel momento en el que "la justicia abrazará la paz" en nuestro país.

Hace un año empezó la Conferencia Nacional que debía conducir al país por la senda de la justicia, de la democracia y de la paz. La Conferencia ha terminado y todo nos hace pensar que poco es lo que ha cambiado, el pueblo empieza a desconfiar de la posibilidad de un futuro mejor.

¿Hay que recordar los sucesos de este último año?

A causa de la falta de acuerdo entre las varias facciones, más de veinte mil familias de chadianos han tenido que refugiarse en los países vecinos. La sangre ha sido derramada hace poco en nuestro país: en un mercado de Ouaddaï y también en la misma capital. En todos los discursos se denuncia la inseguridad que reina entre nosotros pero pocos son los signos que indican que los asesinos son buscados y castigados.

LA PAZ NACE SÓLO DE LA JUSTICIA

Podríamos alargarnos en la lista de atrocidades que se están cometiendo y que aumentan en todos los chadianos la angustia y la decepción

Queremos la paz, pero no debemos olvidar que la paz es hija de la justicia. ¿Cómo hablar de justicia cuando nuestro país vive en un nivel de pobreza que difícilmente se puede tolerar?

¿Es que nuestros gobernantes pueden asegurar que en nuestro país se administre la justicia?

El estado no puede hablar de justicia mientras continúe sin pagar a sus funcionarios. Todos conocemos las consecuencias de este acto injusto: la miseria y la inseguridad para muchas familias, la paralización total de los servicios a la población, la búsqueda de compensaciones que gravan sobre la población.

Cuando los funcionarios no reciben sus salarios, necesariamente están obligados a hacer pagar sus servicios. Esto conduce a instaurar "impuestos" ilegales y abusivos que gravan sobre la frágil economía de la población.

Hay que imputar al Estado las últimas huelgas en las escuelas de nuestro país. Y, ¿quién está pagando sus consecuencias? Nuestra juventud, que ve desvanecerse toda esperanza en un futuro mejor. Cuando la juventud no tiene futuro se está comprometiendo el único capital sobre el que nuestro país puede contar para su desarrollo social.

GRAVES AMENAZAS A LA PAZ SOCIAL

Las situaciones de injusticia y de inseguridad que estamos viviendo pueden abrir la puerta a todo tipo de conflictos étnicos, religiosos o sociales entre nosotros. Por eso repetimos una vez más: La paz está gravemente amenazada en nuestro país.

La pobreza en la que nuestro pueblo vive es el terreno abonado en el que los extremismos pueden muy fácilmente crecer, como están creciendo ya en otros países. Estos extremismos, cuando estallan, hacen imposible la paz en los pueblos.

Nos preguntamos si son válidos los discursos que oímos y que siguen hablando de democracia cuando continúan existiendo las injusticias que hemos denunciado.

Mucho tememos que sin un Estado que asegure los derechos del pueblo, estamos yendo hacia una aventura que bajo el nombre de "cambio" nos está dejando en una sociedad donde unos pocos aprovechan las ventajas del poder. Y todos sabemos, por triste experiencia, lo que significan en nuestro país las luchas por el poder.

UNA ESPERANZA VIVA A PESAR DE TODO

Sin embargo, la esperanza no ha muerto en el corazón del pueblo chadiano. Nosotros somos testigos de esta esperanza.

La hemos constatado en los momentos de preparación de la Conferencia Nacional. Nos hemos alegrado al constatar la madurez del pueblo frente a los graves sucesos que se han producido en varias partes de nuestro país.

Ha sido el pueblo quien, no haciendo caso de las provocaciones, ha evitado que estallasen guerras étnicas entre nosotros.

Es el pueblo, hombres y mujeres, ancianos y niños, quien con su trabajo de cada día saca los alimentos necesarios para nutrirse y crea asociaciones para mejorar sus condiciones de vida, es así como alimenta la esperanza de que un futuro mejor sea posible.

Esperar es creer que es posible cambiar el destino, que se puede construir un mundo mejor en paz, que los hijos tendrán un mañana mejor.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS HOMBRE POLÍTICOS

Invitamos a todos los hombres políticos a tomar conciencia de la esperanza de nuestro pueblo y del maravilloso coraje que siempre ha manifestado. Será muy grave la responsabilidad de quien defraude esta esperanza. ¡Que la búsqueda del bien común anime a todos los responsables de los grupos o partidos políticos!

Queremos advertirles contra un grave peligro: el buscar a toda costa el poder sacrificando para ello los valores que están proclamando frente al pueblo.

Cuando los responsable políticos decepcionan a su pueblo, los caminos de la democracia se cierran, ya que estos caminos pasan por la confianza de aquellos y aquellas que ellos gobiernan.

LA RESPONSABILIDAD DE TODA LA SOCIEDAD

Queremos apoyar a todas las asociaciones y organizaciones de la sociedad civil que trabajan para instaurar entre nosotros la justicia que nos podrá conducir a tener el Estado de Derecho que de todo corazón deseamos.

Son ellas las que mantienen viva la posibilidad de recorrer los caminos de la democracia. Que sus miembros se mantengan fieles a los ideales que les han inspirado y se guarden de todo aquello que puede ensuciar su combate por la justicia y por la paz.

También queremos estar al lado de todas las asociaciones y cooperativas que están naciendo entre los agricultores. La Iglesia siempre les ha apoyado y continuaremos haciéndolo ya que son ellos la esperanza más segura para hacer salir a nuestro país de la miseria que lo tiene encadenado.

Recordamos que las huelgas de los funcionarios son legítimas pero deben ser el último recurso en su lucha para obtener que se les paguen los salarios debidos. Es necesario que se midan bien las consecuencias que estas huelgas producen en la población indefensa. No se puede impunemente destrozar el futuro de la juventud dejándoles años y más años sin escuela.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS CRISTIANOS

Finalmente nos dirigimos a los miembros de las comunidades cristianas. Uno de los deberes más graves que la fe nos impone a todos es no quedarnos indiferentes frente a las injusticias que se producen en nuestros poblados. Debemos todos ser constructores de paz.

Los cristianos deben rechazar toda participación en acciones injustas o violentas. Es un deber para todos nosotros formarnos para saber reconocer la injusticia, para evitarla y combatirla entre nosotros.

Deseamos que en todas las parroquias se constituyan grupos de "Justicia y Paz". Estos grupos ayudarán a las comunidades a tomar conciencia de las situaciones de injusticia de las que, a veces. Nosotros mismos tomamos parte.

Juntos podremos luchar contra la injusticia y defender los derechos humanos de todos.

Creemos que los cristianos tenemos una misión que realizar para el bien de nuestro país. No podemos desentendernos de ella.

LA ESPERANZA SIGUE VIVA

Hemos empezado este mensaje proclamando la esperanza que tenemos y que celebraremos en la próxima fiesta de Navidad.

Esta esperanza la hemos encontrado viva en nuestro pueblo chadiano a pesar de todos sus sufrimientos.

Unámonos todos, cristianos y no cristianos, hombres y mujeres. Juntos, todos los hombres de buena voluntad, descubriremos que todo es posible cuando el derecho remplaza a la fuerza, cuando el respeto y el amor hacia los demás habitan en los corazones. Juntos podemos convertirnos en una fuerza que nadie podrá romper.

"CUENTANOS TU EXPERIENCIA"

Después de los años vividos en Burundi y en Chad, cuando me invitan a hablar a un grupo cristiano, me piden: "Cuéntanos tu experiencia".

Esperan que yo les hable de aquello que tengo en lo más profundo de mí mismo. Quieren saber qué es lo que África me ha comunicado. Les interesan los "motivos" que me han conducido a África.

Contestar a estas expectativas no suele ser fácil. No es fácil comunicar la experiencia personal.

La experiencia es algo que, poco a poco, se va depositando en lo más profundo de la persona, de un modo casi imperceptible. Sólo después de mucho tiempo, parándote y mirando hacia atrás conoces algo.

¿LA VOCACIÓN?

Es mejor que empiece por el principio. Que explique cómo me di cuenta que, para mí, la vida era "ser misionero".

No lo descubrí todo de un golpe, como si de un fulgor se tratase. Fue algo que fui percibiendo poco a poco, paso a paso, a medida que iba decidiendo y comprometiéndome.

Creo que el comienzo hay que situarlo cuando, siendo adolescente, empecé a sentir en mí interior el deseo de compartir con otros la experiencia gozosa de Jesús que estábamos viviendo.

El paso siguiente lo di cuando en mí surgió una pregunta: ¿No merecería la pena comunicarla a aquellos que nada saben de Él?

Durante aquellos años descubrí también la pobreza del mundo, su miseria. Oí hablar de los olvidados de la tierra... Decidí que valía la pena jugarse la vida por ellos para comunicarles la esperanza y el gozo que yo sentía en mí.

PASO A PASO

Recuerdo con emoción los pasos que iba dando, uno a uno, casi sin saber exactamente a donde me llevarían. Lo único que tenía seguro era que podía confiar en Aquel que guiaba mi caminar.

Un paso dado me pedía el paso siguiente. Era un caminar hacia un futuro desconocido.

Claro que nadie me obligaba a hacerlo. Hubiese podido, en todo momento, desandar el camino hecho. ¿Por qué no lo hice? ¿Por qué seguí caminando? Debo confesar que no lo sé, ya que las ocasiones de volver atrás no me faltaron.

Había algo que entonces tenía muy claro: era yo quien quería continuar y continuaba.

Ahora, mirándolo de lejos me doy cuenta que era Él quien me conducía. ¿Es eso la vocación?

Tal vez. Bueno, yo creo que sí.

FUI A ÁFRICA PARA ENSEÑAR

Y llegué a África. Lleno de ilusiones, de proyectos, de ganas de hacer cosas. Como todo misionero joven, yo deseaba que se notase mi presencia allí, esperaba poder realizar grandes cosas.

En mis alforjas llevaba el Evangelio que tanto había estudiado y meditado. Creía que podía enseñarlo, proclamarlo, hacer que todos lo conocieran y lo aceptaran.

Llevaba también toda mi cultura y todo mi saber. Imaginaba que algo podría enseñar a aquellos pobres y que, con lo que yo les enseñase, algo iba a cambiar.

Como deseaba poder ayudarles, me metí en un proyecto de alfabetización para niños y jóvenes. Fue mi primer trabajo en África. Estaba orgulloso de lo que hacía. Más de cuatro mil niños estaban aprendiendo a leer, a escribir, a ser algo... Sí, merecía la pena estar allí.

LA MISIÓN ES APRENDER DEL HOMBRE

Ahora, después de quince años, empiezo a darme cuenta de lo que mis hermanos Africanos me han enseñado. De hecho, ya no soy el mismo, en mi interior soy más rico. ¿De qué? Voy a intentar explicarlo siguiendo mis recuerdos.

Recuerdo aquella vez que estaba de paso en un poblado. Me había parado para dar algún recado a un catequista. Como siempre, tenía muchas cosas que hacer y el tiempo se me hacía corto.

Un viejo, viéndome tan atareado, me dijo: "Blanco, siéntate aquí, a mi lado". Le obedecí creyendo que tenía algo importante que decirme o preguntarme. Pasaron unos minutos y no decía nada.

Empecé a mostrarme impaciente. El, notándolo, me dijo: "Mira", y me indicó el horizonte, donde el sol iba hacia el ocaso. Reconocí que el espectáculo de luz y de serenidad era espléndido.

Luego él continúo: "El que corre, no saborea su tranquilidad".

Nunca olvidaré su lección: se vive saboreando las pequeñas cosas bellas que tiene cada momento.

Una tarde, otro anciano me comentó: "Lo bonito del atardecer es saber que el sol volverá a calentarnos mañana".

Y, ¿cómo no recordar a los labradores que pedían perdón a la tierra y le explicaban el trabajo que iban a realizar?

Hay en todo ello una sabiduría profunda impregnada de la búsqueda continua de armonía en las cosas y en los seres vivientes.

África me ha acogido, me ha llamado amigo, me ha enseñado sus lenguas, me ha ofrecido su cultura. Me ha enseñado a ser más hombre y, ofreciéndome sus riquezas culturales, me ha enriquecido.

LA MISIÓN ES PRESENCIA DE DIOS

Con nostalgia recuerdo también a Agnés, aquella anciana que todos los domingos venía a la oración de la comunidad. No conocía casi nada de lo que yo juzgaba imprescindible para un cristiano. Ella pasaba el encuentro de oración danzando.

Un día yo le dije que debía intentar aprender el Evangelio para poder conocer mejor a Dios. Ella me contestó: "Yo, a Dios, le bailo mis danzas y El está contento".

¿Se puede tener con Dios una relación más íntima que el saber que El está contento cuando hago lo que sé hacer?

Recuerdo a Aniceti, un anciano catequista que no medía nunca su cansancio a la hora de visitar para confortar a la gente de su colina.

La norma de su actuar era muy sencilla, decía: "Jesús lo hacía así y así debemos hacerlo nosotros".

Hace pocos meses murió y yo suelo invocar su protección y su intercesión ante el Señor.

Sé que he conocido a un Santo que, en las cosas ordinarias, me ha enseñado a seguir a Jesús.

LA MISIÓN ES VIVIR EL EVANGELIO

Os podría hablar de Cecile, la ciega que conoce el Evangelio de memoria y que suele recitarlo para que los demás lo conozcan.

Vive de limosna. No tiene a nadie. Su marido la abandonó por no haberle dado hijos y sus hermanos no quieren saber nada de ella. En aquella tierra de miseria, una persona ciega es siempre un peso.

Un día le oí recitar el paso del Evangelio en el que se narra cómo Jesús curó a un ciego.

Cuando terminó se hizo un largo silencio.

Ella, finalmente, dijo: "Desde que conozco la Palabra de Jesús yo también puedo ver. Veo las cosas como las ve Dios, desde dentro".

Conservo también la experiencia de proclamar las Bienaventuranzas entre los pobres. ¿Podéis imaginar lo que significa decirles "Dichosos vosotros los pobres porque vuestro es el Reino de Dios"? Son palabras que se te atragantan, pero, te invade el gozo de ver los ojos de los pobres llenarse de esperanza al oír que Dios no los ha olvidado.

Fue así como comprendí que el Evangelio es, sobre todo, una Buena Noticia para los pobres.

Yo creía llevarles el Evangelio y ellos me han enseñado lo que significa el Evangelio.

LA MISIÓN ES COMUNIDAD

En mis años de formación para la misión, me habían preparado para vivir en comunidad.

Sabía lo importante que era la comunidad. Sabía lo que significaba para un cristiano el formar parte de una comunidad. Yo estaba convencido que esto también podría enseñarlo a los Africanos.

Ellos, con su profundo sentido de la familia, de la pertenencia a un grupo humano, me han hecho vivir la Iglesia como una familia de hermanos. Con ellos he descubierto mejor lo que significa dirigirse a Dios como Padre, fuente de la vida.

En la comunidad cristiana, cada uno encuentra su sitio, no en el anonimato sino en la responsabilidad. Sienten que la comunidad es de ellos y, por lo tanto, que cada uno está llamado a servirla.

LA MISIÓN ES PERDÓN

Pároli es un catequista, "hutu". En 1972 su familia fue aniquilada por los "tutsi". Perdió a su esposa, a sus hijos, a sus padres y a sus hermanos. El se salvó porque aquel día estaba lejos de su colina.

Años después rehízo su vida, volvió a casarse y tuvo un hijo.

El día del bautizo del niño, Karoli escogió como padrino de su hijo a Sinzinkayo, otro catequista, pero, de la raza opuesta, un "tutsi".

Entraron en la iglesia cogidos por el hombro. Los dos había sufrido, los dos habían permanecido fieles al Evangelio y, los dos, cogidos por el hombro, decían ante todos que sus vidas eran perdón.

Desde entonces, ellos son el modelo que tengo del perdón cristiano.

Algunas veces he tenido que perdonar a quien me ha hecho sufrir. Siempre lo he hecho pensado que sencillamente seguía la senda que Karoli y Sinzinkayo me habían trazado.

"TU ERES MI FUERZA"

En mis años de África no han faltado los momentos difíciles.

Uno de los más duros fue cuando el gobierno de Burundi me expulsó de aquel país. Tuve que dejarlo todo, mis proyectos, mis ilusiones, todo se vino abajo.

Recibí el aviso de que me daban cuarenta y ocho horas para abandonar el país una noche en que me encontraba sólo.

Todo podía llevarme a la desilusión. Sin embargo, aquella noche fue una de las más importantes de mi vida. Sentí, como nunca, la presencia de Dios cercana, descubrí que podía confiar en El, que no me había equivocado al seguir el camino que, día a día, El me había indicado.

En aquel momento descubrí que la fe no es creer cosas, sino confiar en una persona que es Padre. Y que evangelizar no es enseñar una doctrina sino, buscar a Dios con los hermanos.

* * *

Esto, que os he contado, forma parte de mi "experiencia en África".