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  • Carlos Collantes Díez

REGALOS DEL SEÑOR

16 Agosto 2016 1234

Nuestro compañero Fernando García ha pasado unas semanas de vacaciones entre nosotros. Desde el 2009 trabaja en Camerún en la formación de los jóvenes cameruneses y chadianos que quieren ser javerianos. Con anterioridad trabajó 12 años en el Chad en comunidades cristianas jóvenes en las que el anuncio del evangelio está en sus inicios.

 

Fernando, contrariamente a lo que sucede entre nosotros, en los países europeos, allí las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada son abundantes…

Hay un buen número de jóvenes que desean dar sus vidas al Señor. Toda planta puede sostenerse en pie porque tiene unas raíces. Si hay jóvenes que sienten en sus corazones la llamada del Señor es porque hay un contexto que ayuda y favorece el nacimiento de estas vocaciones. Provienen de familias cristianas. Los domingos cuando voy a la Iglesia a celebrar la Eucaristía, en el camino encuentro a familias enteras que van a celebrar la fe. Y cuando visito las familias, es alentador ver a padres e hijos  escuchando juntos la Palabra de Dios, orando y compartiendo la fe. Es un contexto privilegiado para que el Señor pueda tocar el corazón de los niños, adolescentes y jóvenes.

Los jóvenes que están en formación han vivido una experiencia muy enriquecedora de Iglesia, han participado desde pequeños en movimientos eclesiales. Este compromiso les ha ayudado a iniciarse en la vida de oración, en la vivencia de la palabra de Dios en la vida cotidiana, en realizar gestos de ayuda a los más pobres, e intentar evangelizar a amigos y compañeros que no conocen a Jesús. Aman a la Iglesia y se sienten miembros activos de ella. No hay humo sin fuego. No hay vocación sin un caldo de cultivo que la provoca, favorece y alimenta.

Siendo numerosos los candidatos tendréis procesos serios de discernimiento…

Es fundamental hacer un buen discernimiento. El camino empieza en el momento en el que el joven comparte con un compañero javeriano el deseo que hay en su corazón de dar su vida al Señor. A partir de ese momento comenzamos un camino de acompañamiento. Este primer período suele durar uno y dos años. Hay dos grupos de jóvenes: los que están haciendo el bachiller, tienen entre los 17 y 20 años; y los que están en la Universidad que tienen entre los 20 y 25 años.

Al finalizar este período, si el compañero que lo acompaña ve indicios de una llamada del Señor, lo presenta para iniciar la primera etapa de la formación Javeriana, que dura cuatro años. Se trata fundamentalmente de ayudar al joven a ir dando una respuesta progresiva al Señor en el carisma religioso-misionero propio de nuestra familia Javeriana. La formación abarca diferentes dimensiones: la humana, los estudios, la cristiana, la apostólica, la comunitaria y la javeriana.

El contexto primero y fundamental del discernimiento del joven es la vida cotidiana; la respuesta a la llamada del Señor se concretiza en el día a día, en la coherencia entre lo que quiere ser y lo que realmente es. El coloquio formativo es clave para ayudar en el proceso de conocimiento de sí mismo, de confrontación, de aprendizaje de la vida cristiana y Javeriana.

El último año de filosofía se preparan para ir al noviciado en Kinshasa (RDC) y con posterioridad a una de nuestras teologías internacionales.

Sí, es el año del postulantado. Al inicio de este año el joven pide oficialmente entrar a formar parte de nuestra familia. Es un año intenso donde el joven manifiesta lo que hay en su corazón: vida de oración, humanidad rica y equilibrada, pertenencia a la familia Javeriana, apostolado misionero.

Al terminar el postulantado, el joven pide continuar la formación en el noviciado, que lo realiza en Kinshasa, junto a los compañeros del Congo, Burundi y Sierra Leona. Y al terminar el noviciado hacen la primera profesión religioso-misionera Javeriana y continúan la formación en una de las cuatro comunidades de Teología (Méjico, Manila, Yaundé y Parma) que tenemos en los cuatro continentes donde estamos.

Estos jóvenes son un regalo del Señor. Nuestro agradecimiento a Él y a todos los que nos acompañáis de cerca y de lejos con la oración y el apoyo material.

P. Fernando García sx

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