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  • Antxon Serrano sx

UNA DE ESPÍAS

10 Diciembre 2017 1565

No, este artículo no va ni de películas ni de novelas, sino de mi experiencia misionera en Bongor (Chad). En comunidad somos tres misioneros javerianos (un mejicano, un italiano y yo) para el servicio pastoral de la parroquia (una ciudad de 60.000 habitantes y 12 pueblos) y para dirigir la radio diocesana, misión esta última en la que me voy a centrar en este relato. ¿Y qué tiene que ver entonces el título con una radio? Vayamos por partes.

Radio Terre Nouvelle (“Tierra Nueva”, en adelante RTN) es la radio que la Diócesis de Pala, situada en el suroeste de Chad, instaló el año 2000 en la ciudad de Bongor, y desde entonces sigue emitiendo seis horas todos los días. Al primer director y fundador, un misionero oblato, le hemos sustituido desde el año 2004 los misioneros javerianos. Yo concretamente soy su cuarto director. Además de la sede inicial de Bongor, RTN ha abierto en 2015 una segunda sede en Pala, ciudad que se encuentra a 250 kilómetros de Bongor. Hoy en día la radio cuenta con nueve empleados contratados, con 30 colaboradores ocasionales para las emisiones especializadas o en lenguas y con 35 corresponsales.

Al servicio del desarrollo

Aunque la radio pertenece a la Iglesia, desde su inicio se ha querido que sea una radio comunitaria de información general con un fuerte contenido en programas de desarrollo. La frase que acompaña a nuestra radio es: “Al servicio del desarrollo” porque la idea es que sea escuchada por toda la población, ya sea musulmana o cristiana, de una lengua o de otra, para que todos y todas nos impliquemos en la mejora de las condiciones de vida. Por eso RTN difunde emisiones en nueve lenguas, manifestación evidente de la diversidad cultural y étnica del país.

Nuestra radio pretende informar de lo que pasa en la realidad. El derecho a la información es un derecho fundamental, pero en el ejercicio de esta misión encontramos grandes dificultades porque, aunque intentamos ser neutrales y verificar nuestros datos, no nos podemos callar ciertos abusos y ciertas injusticias, y eso molesta a los poderosos que nos acusan de alterar el orden público y nos amenazan continuamente con el cierre de la emisora. Sabemos que han introducido espías (de ahí el título de este artículo) entre las personas que nos frecuentan para estar al corriente de la información que manejamos. Por ello nos toca evaluar la oportunidad de las noticias a difundir y medir bien las palabras que empleamos. En todo caso, no nos callamos porque la población tiene derecho a conocer lo que pasa y porque es necesario dar visibilidad a la enorme corrupción y al injusto reparto de las riquezas. Y porque ante todo, nuestro punto de vista en el tratamiento de las noticias y en el espíritu con el que trabajamos es el de Jesucristo, que también pasó por la cruz.

El desierto florecerá

Ese espíritu de Jesucristo es el que también late en los mensajes que los papas envían cada año a los comunicadores, y en concreto este año 2017 el papa Francisco nos invitaba a compartir relatos marcados por la lógica de la Buena Noticia. Intuición genial, porque a todos nos pasa que prestamos más atención al mal que al bien (“un árbol que cae hace más ruido que un bosque que crece”, dice con razón un proverbio africano) y sin embargo toda sociedad necesita gozar de esa buena noticia y además genera generosidad y buenos ejemplos que desgraciadamente no se sacan a relucir. En Chad por ejemplo, se necesita que esa buena noticia haga “florecer el desierto”.

Me gusta decir que nuestra presencia en Chad es una lucha contra el desierto. Existe el desierto físico de un medio ambiente cada vez más descuidado por la mucha suciedad en las ciudades, la falta de alcantarillados y la  deforestación (se calcula que Chad ha perdido en 26 años el 25% de su masa forestal, aunque afortunadamente ese proceso de deforestación va disminuyendo su ritmo), pero también un desierto personal y moral por la pérdida de valores y de puntos de referencia de la sociedad tradicional, que lleva a que muchos jóvenes se sientan perdidos, y un desierto social por el desencanto que está provocando la mala gestión de la democracia y de los recursos del país.

Ante todas estas situaciones nuestra tarea como misioneros, y por supuesto también la mía desde la radio, es la de generar esperanza y la de favorecer iniciativas que busquen una sociedad mejor: que las personas se sientan escuchadas en sus sufrimientos y a la vez que puedan ampliar horizontes con propuestas que regeneran el tejido social y la convivencia.

Errores providenciales

La radio es además un lugar privilegiado para constatar la providencia de Dios. A nadie se le escapa que una radio genera gastos por la mucha tecnología necesaria, y en nuestro caso tratándose de un país poco desarrollado esa tecnología es aún más cara y difícil de encontrar. Además, y como ya os he dicho, contamos con muchas personas contratadas y colaboradores. Pero puedo decir con orgullo que la radio no depende del dinero llegado del exterior, aunque bien recibido y empleado sea, sino que en su mayor parte se financia con la remuneración que recibimos por nuestro trabajo: comunicados, publicidad, emisiones solicitadas por organismos… Y en los casos en que hemos sufrido graves averías que requerían fuertes gastos para su reparación, ese dinero ha llegado de forma inesperada porque alguien nos ha solicitado un nuevo trabajo y justo nos ha pagado la cantidad de dinero necesaria, exactamente esa cantidad. 

En este sentido quiero compartir con vosotros un caso concreto: nuestro técnico fue con un ordenador averiado a la capital y se encontró con que la avería era mucho más seria de lo previsto y el dinero no le alcanzaba. También allí en la capital recogió un cheque nominal (a mi nombre) como pago por un trabajo que habíamos realizado para un organismo, y se dijo que podría intentar cobrarlo… En el banco le pidieron la documentación y no se dieron cuenta de la diferencia de nombres (yo Antonio Serrano Insausti y él Djanto Massama II, ¿hay o no diferencia?) y le entregaron la cantidad, que era precisamente la que necesitaba para la reparación. Me diréis: “Bueno, ese es un error humano, grave y de bulto, pero un error.” Cierto, pero a través de esos errores yo descubro la mano de Dios que manifiesta su providencia siempre y en toda circunstancia, y cuando los medios faltan esa providencia resulta más evidente.

Oasis tecnológico

Para terminar quiero referirme a dos colectivos a quienes la presencia de la radio les está cambiando la vida. Me refiero a los jóvenes y a las mujeres, que son además los destinatarios privilegiados de nuestras emisiones. La RTN supone un oasis tecnológico en un contexto bastante atrasado en ese ámbito como es Chad. Por eso también nuestra radio resulta ser un foco de atracción para los jóvenes, a los que les gusta sentirse en conexión con el mundo y tener ante sí ordenadores y otros medios modernos. Son numerosos los que vienen a visitarla, a hacerse fotos ante ella o en nuestro estudio como si de un monumento turístico se tratase y se enorgullecen de contar con este instrumento para que su voz se pueda oír. Y en cuanto a las mujeres, son pocas las que han tenido la suerte de estudiar y de saber manejar un ordenador, pero llega una nueva generación donde algunas sí tienen acceso a la universidad y nuestra radio colabora con ellas dando prioridad a las estudiantes de periodismo y de comunicación que nos piden realizar las prácticas académicas con nosotros.

En definitiva, el mundo de la radio resulta complejo, costoso y a veces arriesgado, pero sin duda es un medio magnífico para expresar nuestra fe, para apoyar a las capas más desfavorecidas de la sociedad y para dar voz a los que de otra forma nunca la tendrían. Poder estar en ella es una verdadera gracia de Dios.  

Una misión singular, de amplios horizontes y arriesgada. Tras unas semanas de descanso entre nosotros, deseamos a Antxon, autor de este testimonio, un renovado entusiasmo en tan bonita misión en su vuelta a Chad.

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