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  • P. Paulin BATAIRWA

JAVERIANOS EN TAIWÁN

30 Enero 2018 1351

Paulin BATAIRWA KUBUYA, es un javeriano congoleño, tras su primera profesión en 1995 hizo los estudios de teología en nuestra comunidad de Manila en Pilipinas, ordenado sacerdote a finales del 2000 fue destinado a Taiwán en donde trabaja desde entonces. Comparte con nosotros algo de su significativa experiencia misionera. Le agradecemos su testimonio misionero.

 

 

La presencia actual de los Javerianos en Taiwán data de finales de los años 80 del pasado siglo. Una presencia que, en aquellos años, concretó las expectativas y los preparativos provocados por el inicio de una reapertura inminente de la China, primera misión histórica de los misioneros javerianos. En aquel momento y pensando en un nuevo comienzo en el continente, nuestra congregación había escogido y destinado a 4 misioneros y concebido nuestra presencia en Taiwán como una base que sirviera de preparación inmediata pensando siempre en el retorno a China. Con estas intenciones, los dos años de estudio de la lengua y las prospecciones de cara a una eventual entrada en China se hicieron desde el centro teológico de los jesuitas donde los 4 javerianos se habían instalado de manera provisional. Sin embargo, durante este periodo de preparación una evidencia fue madurando: la necesidad de un tipo de presencia en Taiwán se vislumbraba. 

Esta presencia paliaría, por una parte, la incertidumbre y las dificultades de asegurar un acceso directo y una presencia permanente en China, y, por otra parte, respondería, en la medida de lo posible, a las demandas de una presencia misionera en el seno de la Iglesia local taiwanesa.

Diferentes presencias

En 1994, monseñor Joseph T´ikang, arzobispo de Taipéi, ofreció a nuestros hermanos la responsabilidad pastoral de la parroquia de S. Francisco Javier. Un ofrecimiento significativo porque nos aseguraba una inserción estable y nos permitía “disfrutar” de los esfuerzos de nuestros predecesores.

Los debates iniciales entre nuestros hermanos habían establecido diferentes vías de presencia, en función de las necesidades juzgadas eminentes y en sintonía con nuestro carisma. Nuestros hermanos se comprometieron en diferentes formas de apostolado: en la parroquia, entre los jóvenes, en el servicio sacramental ofrecido a las diferentes congregaciones femeninas, algunos en un servicio social, otros en ámbitos culturales y por supuesto en el diálogo ecuménico e interreligioso. De esta manera, hablamos entre nosotros de diferentes visiones de la misión: pastoral, cultural y dialogal.

La diversidad de normativas y regulaciones en cuanto al ejercicio y disfrute de la libertad religiosa entre el continente (China) y Taiwán, nos ofrece un mayor espacio de creatividad para expresar diferentes enfoques pastorales. A pesar de ser pocos, nos esforzamos en llegar a los diferentes tipos de compromisos o presencia que tenemos.

Resistencias

Francisco Javier es una parroquia estándar, los cristianos son un centenar y, a pesar del número reducido, su fe está bien arraigada. En nuestro trabajo pastoral debemos enfrentarnos a ciertas resistencias culturales dirigidas al cristianismo, sentido como una religión minoritaria venida de Occidente. Aceptar la fe significa, en ocasiones, nadar contra viento y marea.

Para hacer frente a estas resistencias, nos hemos esforzado siempre en transmitir la imagen de la parroquia como una comunidad-familia construida alrededor de la fe y con un deseo ardiente de conocer y hacer conocer a Jesús. ¿Qué han conservado los cristianos? Con ocasión del 60º aniversario de la parroquia, la lista de testimonio ha sido elocuente. Los relatos de conversión y del conocimiento de Jesús se refieren a nuestros hermanos javerianos como los instrumentos que les han conducido hacia la comunidad de la que ahora son miembros y con la que comparten una visión común. El compromiso social se convierte, para esta comunidad, en uno de los espacios de testimonio de este deseo ardiente.

Nos hemos impregnado suficientemente de la cultura local. Al igual que para nuestros hermanos que están en el continente, cultura implica dedicación a la enseñanza y a la investigación. Cada uno de nosotros está comprometido en un proyecto de investigación.

El P. Luigino ha traducido los comentarios sobre el adviento de un padre jesuita, comentarios escritos inicialmente en chino clásico y, por ello, difíciles de entender en chino contemporáneo. Otros ámbitos de su investigación están relacionados con los cursos que da en el centro teológico S. Belarmino de los padres jesuitas, con la formación bíblica ofrecida a los cristianos de las parroquias cercanas, sin olvidar su contribución en las investigaciones y estudios que llevamos adelante en nuestro Centro de Estudios Asiático (Centro en el que los javerianos presentes en Japón, Bangladesh, Indonesia y Filipinas trabajamos conjuntamente). El centro teológico (de los jesuitas) es un lugar estratégico porque sirve de vivero donde se forman los futuros responsables de la Iglesia local. Y que, gracias a un acuerdo entre la Santa Sede y las autoridades de Taiwán, se ha convertido en un lugar de formación para sacerdotes y religiosas que vienen del continente (China).

Único en el mundo

¿Por qué la Santa Sede ha escogido Taiwán? La proximidad geográfica y lingüística ha jugado un papel determinante en esta elección. Con todo merecimiento, el centro teológico S. Belarmino es el único en el mundo que ofrece una formación teológica en chino. Los que vienen del continente se integran sin tener que pasar por dificultades lingüísticas. Cuando se encuentran en Taiwán, aprenden a apreciar sus diferencias, porque llegan de todos los rincones de la China, cada uno con la sensibilidad propia de su comunidad de origen (patriótica o subterránea). Y se abren a un mundo en el que la religión puede ser estudiada y practicada en un clima sereno. Dentro de 3 ó 4 años, habrá alrededor de doscientos colaboradores potenciales en el continente que transmitirán un saber y un espíritu nuevos.

Por lo que a mí respecta, mi compromiso esencial se desarrolla en el ámbito del diálogo ecuménico e interreligioso. Al finalizar el periodo de estudio de la lengua, en asamblea discernimos fraternalmente en qué ámbito o modalidad de compromiso iba a trabajar. Algunos estaban en contacto con el P. Albert, jesuita francés, iniciador del diálogo interreligioso en Taiwán. El P. Albert estaba buscando a alguien con quien compartir su experiencia y los conocimientos adquiridos durante los años de su compromiso en este ámbito. Me animaron para que lo contactara y viéramos conjuntamente lo que podíamos hacer. De esta manera me sumergí en el mundo religioso de Taiwán especializándome en el estudio de las religiones. Desde entonces mi compromiso misionero se centra en el diálogo ecuménico e interreligioso. Actualmente mi trabajo está en relación con la enseñanza en la universidad de Fu Jen, y con el servicio que desarrollo en las comisiones de diálogo interreligioso y de ecumenismo de la conferencia episcopal de Taiwán.

Un interrogante

El diálogo interreligioso nos sitúa en un contexto misionero por excelencia que nos motiva constantemente para encontrar una audiencia que, desde el punto de vista de la fe y de las doctrinas religiosas, tiene referencias y prioridades diferentes de las nuestras. Sin embargo, yo alimento la esperanza de que, en nuestras relaciones, surja en ellos un poco de curiosidad por aquello en lo que yo creo y sobre el sentido último de mi presencia entre ellos. Como el P. Albert me decía: “un negro, célibe, presente entre ellos, y esforzándose por ser acogido en actitud de respeto de sus tradiciones… ciertamente te convertirás en un interrogante para ellos”. Seguí los consejos del P. Albert que, percatándose de los cambios habidos en el seno de la sociedad taiwanesa, me sugería que hiciera una especialización en este ámbito. “Te abrirá más horizontes”, me decía.

Hice la especialización en el Departamento de estudios de la universidad de Fu Jen. Y aquí continúo animando cursos y clases de materias relacionadas con el diálogo interreligioso y ecuménico. Esta es la parte más teórica y especulativa de mi compromiso en el campo del diálogo. La idea de la creación de este Departamento remonta a 1968 en continuidad con las innovaciones y el espíritu del Concilio Vaticano II. Sin embargo, un gobierno hostil a la enseñanza de la religión temía que un Departamento como este se convirtiera en un caballo de Troya. Con el levantamiento de la ley marcial en 1987, las cosas cambiaron y Fu Jen fue la primera institución que presentó un programa académico sobre el estudio comparado de las religiones. Actualmente, el Departamento ofrece especializaciones en la investigación de cuatro tradiciones diferentes: Budismo, Taoísmo, Religiones populares y Cristianismo. El currículo está orientado a la capacitación de los estudiantes e investigadores en el diálogo interreligioso. Los cursos que yo enseño, mis investigaciones y publicaciones están relacionados con estos objetivos.

Vínculos de amistad

Vivo la parte práctica en el seno de la Conferencia Episcopal Taiwanesa. Cuando estaba terminando la especialización, el obispo Thomas Chung, presidente de la comisión de la unidad de los cristianos y de la del diálogo interreligioso pidió a nuestra comunidad que me pusiera a su disposición como secretario ejecutivo. Mi tarea consiste en programar las actividades de ambas comisiones, asegurar que sus objetivos están entre las prioridades de las parroquias y comunidades de las siete diócesis que forman la conferencia de los obispos de Taiwán. Pero más que este trabajo ejecutivo, lo verdaderamente importante es asegurar la comunicación y los vínculos de amistad con los líderes y comunidades de las otras religiones y denominaciones. La amistad es la clave para el diálogo. Es ahí donde todo comienza: las sesiones de diálogo y reflexión, los encuentros de oración no se hacen sino con aquellos que previamente se ha encontrado. Nos invitan aquellos que nos conocen.

En estos encuentros, el otro, el representante de la otra religión o denominación cristiana, me recibe no solamente como persona sino como representante de la religión cristiana. Lo que quieren oír de mi no es mi opinión personal, sino lo que dice mi Iglesia, lo que Jesús dice, lo que la Biblia enseña. Soy portador de aquello que creo y sobre todo de Aquel en quien yo creo. Es en esta fuente en donde el otro quiere calmar la sed de su curiosidad.

Una tarea persistente es la animación de las comunidades en el espíritu del diálogo. De hecho, nuestros cristianos son tímidos y a pesar de que son los más expuestos a las controversias del diálogo, su interés es limitado.

Discernimiento comunitario

A pesar de la diversidad de nuestros compromisos y de la manera personalizada de actuar, nos conocen como misioneros que actuamos juntos. La dimensión comunitaria es un imperativo sobre todo porque las circunstancias nos obligan a trabajar en instituciones creadas y regidas por otros. Es fundamental hacer con los otros: católicos, cristianos y miembros de otras religiones. Sin discernimiento comunitario, ¿qué valor tendrían los servicios y compromisos en parroquias, comunidades religiosas, centro teológico, universidad, conferencia episcopal? De hecho, una cuestión permanente de nuestro discernimiento comunitario es: ¿cuál es lo específico javeriano en nuestro modo de vivir y actuar aquí en Taiwán? La dimensión comunitaria emerge como un elemento clave y el discernimiento comunitario transforma la diversidad de nuestros centros de interés y búsquedas en un enriquecimiento.

Somos también una comunidad sensible a la irradiación del espíritu misionero en el seno de la Iglesia local. Contribuimos mediante iniciativas pequeñas pero específicas. Para facilitar la inserción en Taiwán de los nuevos misioneros estuvimos entre los iniciadores de un seminario sobre diferentes aspectos socioculturales y religiosos de Taiwán. Además, cuando Juan Pablo II, en los años ochenta, pedía a Taiwán que hiciera de puente con los cristianos de China continental, la comunidad lanzó el “China Fórum”. Es decir, encuentros informales que, desde hace ahora 20 años, intentan sostener el impulso de apertura de la Iglesia local hacia la China.

Paulin Batairwa sx

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