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  • Carlos Collantes Díez

20 CREADORAS DE ESPERANZA

20 Marzo 2018 2843

Las bienaventuranzas nos revelan que Dios está con los perdedores, con las víctimas de la historia y se empeña en hacer justicia a favor suyo. Porque su proyecto es la defensa de quien no puede defenderse, la felicidad de quien apa­rentemente lo tiene todo en contra. Implican una transformación de la mirada, de las actitudes, de los criterios, de las complicidades… ¿de quién y con quién soy solidario? ¿Del sistema o de los empobrecidos?

Aludíamos, en el artículo anterior, a esa lucha desigual y desproporcionada entre una viuda desarmada frente a un juez –a un poder podríamos decir- inicuo (Lucas 18, 1-8). Una viuda que, como tantos hermanos hoy, no pide privilegios sino justicia, una vida digna y el respeto de sus derechos. Esta viuda es todo un símbolo del oprimido resistente que no se resigna, y vive animado por una fe-esperanza que, al tiempo que le hace gritar a Dios porque cree firmemente en su bondad, le hace ponerse manos a la obra para transformar situaciones injustas productoras de sufrimiento. Un símbolo de esperanza, al encarnar la lucha de quienes se niegan a que las cosas sean como son porque están siendo muy injustas.

Voluntad política

Símbolo que podemos ver actualizado y encarnado en tantos grupos, movimientos sociales, plataformas, comunidades de resistencia y de esperanza. Y nos referíamos a La Alianza Española contra la Pobreza, plataforma numerosa y heterogénea y que, como tantas otras, reclama medidas urgentes en la lucha contra la pobreza global y sus causas. Porque la situación tiene solución, si se quiere. “Tan sólo se necesita voluntad política real por parte de los Estados, que deben cumplir los compromisos adquiridos para erradicar la pobreza y sus causas...

Y añadían en su último manifiesto: “Es verdad que hay muchas cosas que no dependen directamente de nuestras acciones. Por ejemplo, las leyes y las estructuras que permiten que haya personas que se enriquecen a expensas del empobrecimiento de otras; que se permita una acumulación descontrolada del dinero mientras aumenta la desigualdad; o que el ansia desmesurada de beneficios tenga más peso en las políticas que la existencia de personas que no llegan a fin de mes… Sobre estas cosas, aunque tenemos poca influencia, sí podemos vigilarlas y denunciarlas.

También es verdad que hay cosas que sí podemos hacer. Desde nuestra capacidad de influencia y acción, hay pequeñas acciones individuales y colectivas que pueden convertirse en acciones de incidencia”.

Resistencia y esperanza encarnadas en tantos otros colectivos: Caritas, Manos Unidas, Justicia y Paz, Pax Christi, Comunidad de San Egidio, Intermón-Oxfam, Amnistía Internacional, Greenpeace y miles de Ongs, movimientos, grupos, comunidades… Cada uno con su identidad propia, pero luchando todos por un objetivo común. Corazones que laten al unísono y luchan por un mundo mejor. Somos un clamor universal quienes soñamos y queremos otro mundo distinto más humano, solidario, fraterno, justo. Ojala el clamor sea imparable. Pequeñas acciones individuales y colectivas. Comunidades de resistencia que viven y generan esperanza.

Cambios posibles

El cristiano es quien resiste contra un orden no fundado en la justicia, contra todo aquello que ofende la dignidad del ser humano, contra toda forma de esclavitud, humillación, deshumanización.

Escribe el gran teólogo de la esperanza J. Moltmann: “Sólo la esperanza merece ser calificada de realista pues sólo ella toma en serio las posibilidades que atraviesan todo lo real. La esperanza no toma las cosas exactamente tal como se encuentran ahí, sino tal como caminan, tal como se mueven y pueden modificarse en sus posibilidades”. Sin esperanza el pensamiento no puede ser lúcido porque le falta perspectiva, horizonte, futuro, porque: “El futuro oculto se anuncia ya en las promesas, y a través de la esperanza despertada influye en el presente”.

Mientras hay esperanza, hay vida. En el origen de algunos momentos significativos de la historia de la salvación encontramos situaciones humanas sin aparente salida, marcadas por la impotencia o la esterilidad. Sara, Ana, Isabel, mujeres creyentes y esperanzadas, madres de Isaac, Samuel, Juan el Bautista. Mujeres de enorme fecundidad, fecundadas por su fe-esperanza y por la bondad-justicia de Dios que conduce la historia de salvación. Creyeron que para Dios nada hay imposible, y desde esa fe confiada organizaron sus vidas, acogieron los cambios y generaron esperanza.

El vuelco que se produce en el corazón de Zaqueo tras su encuentro con Jesús, produce cambios sociales en el ámbito de la justicia. Cambios pequeños provocan otros más significativos. El llamado “efecto mariposa”, un pequeño aleteo o movimiento aquí puede convertirse en un vendaval, un fuerte viento en otro lugar. Algo más fácil de entender cuando pensamos o creemos que el Espíritu anda por medio, “aleteando” con su fuerza.

Dignidad y valentía

Y también hoy nos encontramos con mujeres de una enorme fortaleza interior, creadoras de esperanza, son numerosísimas en tantos lugares y países, me refiero a alguna de ellas:

Wangari Maathai, Premio Nobel de la Paz 2004 por su colaboración al desarrollo sustentable, a la democracia y a la paz. En 1977 funda el Movimiento Green Belt que plantó más de 20 millones de árboles, en un intento por evitar la deforestación y consiguiente desertización. Un programa llevado adelante mayoritariamente por mujeres que cuidan el futuro del medio ambiente. Años después, el Movimiento creó una red panafricana que ha establecido programas similares en sus respectivos países.

Victoire Ingabire. Mujer de un coraje y de una abnegación extraordinarios. Ha vivido dieciséis años en el exilio. Comprometida desde sus inicios con un proceso de diálogo inter-ruandés. Su compromiso político y ético va más allá de su pertenencia étnica y nacional. Dejó su carrera profesional para dedicarse plenamente al proyecto de volver a su país natal, con el objetivo de contribuir a la reconciliación y a la reconstrucción de un país deshecho por un largo conflicto. Al llegar a Ruanda en 2010 pidió el reconocimiento del sufrimiento y el derecho de memoria de todas las víctimas de crímenes de genocidio y contra la humanidad, sin distinción étnica ni de nacionalidad. Símbolo de la lucha no violenta, fue encarcelada. Tras un simulacro de proceso fue injustamente condenada en 2013 a quince años de prisión. Ha recurrido al Tribunal Africano de los Derechos Humanos y de los Pueblos, para demandar a su gobierno por la mascarada de juicio inventado para encarcelarla.

Berta Cáceres, asesinada por escuadrones de la muerte en marzo de 2016, tras una lucha que, durante años, llevó adelante contra la presa de Aqua Zarca, una mega instalación eléctrica apoyada por China y por la Banca Mundial que habría supuesto para centenares de indios la pérdida de toda posibilidad de disfrutar de los manantiales de agua. Batalla finalmente vencida, con el abandono del proyecto por parte de los financiadores internacionales. En 2015 le habían concedido el Goldman Environmental Prize, el más prestigioso reconocimiento ambientalista.

Cuatro meses después, otra mujer indígena y líder comunitaria fue asesinada. Lesbia Yaneth Urquía, activista hondureña ecologista, muy activa en la lucha por la defensa del territorio indígena frente a intereses económicos nacionales y transnacionales. Intereses que desvelan la total connivencia entre el poder político y económico.

Lolita Chávez, guatemalteca, lideresa indígena y finalista premio Sajarov 2017 lleva años luchando junto con centenares de mujeres contra las mafias de un poder económico que tiene profundas conexiones con el sistema político guatemalteco; años desvelando oscuros y poderosos intereses económicos de multinacionales como la española ACS y su filial local Cobra, Enel, empresa italiana de energía, la canadiense Gold Corp. Multinacionales depredadoras que ocultan sus atropellos con una retórica vacía y engañosa que habla de una supuesta civilización.

Una lucha también desigual y desproporcionada. De un lado, la dignidad desarmada, la sed de justicia, el respeto por la creación, la reconciliación; de otro, proyectos depredadores mineros, agroindustriales, hidroeléctricos, codicia sin límites, arrogancia, acumulación de riquezas por parte de las élites económicas y políticas… Poderosos y violentos intereses.

“Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes”, canta María, y con ella millones de corazones y clamores. Con la esperanza de María seguiremos…

P. Carlos Collantes sx

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