Skip to main content
  • Manos Unidas

PLÁNTALE CARA AL HAMBRE. SIEMBRA

30 Enero 2016 1191

Como en años pasados nos hacemos eco en estas páginas de la campaña anual de Manos Unidas, entresacando algunos de sus planteamientos, reflexiones y objetivos, bien explicados en el Documento Base 2016 y que giran en torno a la imagen de siembra.  

 

En nuestros días, –dice el citado documento base de la ong católica- sigue siendo actual la que san Juan Pablo II denominaba «paradoja de la abundancia»: hay comida para todos, pero no todos pueden comer; mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos.

Nutrirse es fundamental para que cada persona pueda mantener y hacer crecer su vida individual y social, en todas sus dimensiones. En la actualidad, el escándalo del hambre resuena en todos los rincones del mundo, precisamente porque, teniendo la capacidad para producir alimentos hasta el derroche, todavía 805 millones de personas pasan hambre. Asegurar a todas las personas del planeta, sin distinción, una alimentación adecuada, en todos los sentidos, es un reto que deberíamos haber conseguido ya. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no somos capaces de construir soluciones definitivas?

Sabemos que en el mundo han crecido las posibilidades para que todas las personas puedan vivir dignamente; y, sin embargo, constatamos que la globalización no ha caminado hacia una mayor justicia social, sino que ha prevalecido la indiferencia y la exclusión, la corrupción y el desinterés por los más vulnerables.

Ante esta realidad, queremos contribuir a la transformación del mundo desde la fuerza de nuestro fundamento, que es el seguimiento de Jesús, quien se compadecía de tantos porque no tenían qué comer.

Necesitamos llenar nuestra sociedad de corazones compasivos. Queremos cambiar el corazón de las personas hacia la solidaridad, corazones capaces de abrirse a las necesidades de los más alejados, los que no cuentan para este sistema de sólo ganancias, los “sobrantes” como nos dice el Papa.

Sembrar corazones compasivos que impulsen acciones concretas para acabar con el hambre, es el primer paso de una serie de campañas en las que nos fijaremos en las personas que sufren la falta de seguridad alimentaria y en las causas que la provocan: un proceso en el que trabajaremos para que se reconozca y se cumpla el derecho a alimentación en los ámbitos local e internacional; la inversión en proyectos cada vez más sostenibles, que faciliten el acceso a los recursos, a los medios de producción y a los mercados; la participación en los foros internacionales para denunciar y proponer políticas sociales y económicas basadas en el bien común; un recorrido en el que haremos ver a la sociedad española cómo nuestro modo de vivir y consumir está relacionado con la perpetuación de las barreras injustas que impiden el pleno desarrollo del derecho a la alimentación para todos.

Entre las causas o problemas a resolver, señalamos la primera a la que el documento base se refiere:

a. Mal uso de los recursos alimentarios y energéticos. Nuestra capacidad tecnológica no sólo no es capaz de abastecer las necesidades de una población mundial en constante crecimiento, sino que además sigue promoviendo la degradación del medioambiente, contribuyendo doblemente al estado de inseguridad alimentaria. Los modelos de producción a gran escala se han demostrado incapaces de alimentar a todos y provocan que los más vulnerables tengan más dificultad para proveerse de sus propios alimentos.

Algunas líneas de trabajo

a. Acompañar a los más pobres y reforzar el derecho a la alimentación de los pequeños productores.

b. Contribuir al cambio hacia unos sistemas alimentarios más justos.

c. Educar para una vida solidaria y sostenible, desde la fraternidad, promoviendo aquellos valores que contribuyan a la edificación de la civilización del amor.

Tres claves

1.- Centralidad de la persona

El problema del hambre en el mundo no es un problema técnico o, mejor dicho, no sólo es un problema técnico, sino que requiere una ética fundada en unos criterios morales que deben partir del reconocimiento del valor trascendente de la persona humana y de los derechos que de ella se derivan. Enfocar la cuestión desde esta perspectiva nos encamina a atender, no sólo a los efectos del hambre, sino a identificar las causas, denunciarlas y proponer acciones concretas para erradicar un problema que afecta a la dignidad del ser humano. Cualquier política económica que quiera impulsar un desarrollo justo, debe poner en el centro a la persona y desarrollarse desde el servicio del bien común…

2.- Diálogo creativo

Acabar con el hambre es un paso decisivo en la construcción de un mundo cada vez más justo. Toda obra de edificación de una sociedad en paz, libre y justa, requiere un diálogo creativo entre hermanos: la pobreza y el hambre en el mundo nos atañen a todos como a los miembros de una misma familia, es un deber de hermanos. Este reto es responsabilidad de todos, y es una cuestión cuyas soluciones tienen que nacer del encuentro y de un trabajo en comunión, en la que cada actor aporta sus propias capacidades. No se trata de imponer soluciones, sino de buscarlas juntos, compartir recursos y comprometerse todos en su consecución. Consiste en empeñarse en la tarea de restablecer “la justicia mediante la redistribución, que está especialmente indicada en momentos como los que estamos viviendo y es importante para asegurar la armonía de la vida social”(CEE. Instrucción Pastoral; Iglesia, servidora de los pobres, 22 (2015). Esta búsqueda de soluciones desde la fraternidad es la piedra clave de la edificación de una sociedad más solidaria, asentada en el principio del bien común.

3.- Los derechos humanos que se derivan del reconocimiento de la dignidad personal. Prestaremos atención particular al derecho a la alimentación y otros derechos fundamentales relacionados con la defensa de la vida.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, recoge el derecho humano a la alimentación incluyéndolo en el derecho a un nivel de vida adecuado: “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…” El contenido normativo de este derecho tiene una doble vertiente: el derecho fundamental a estar protegido contra el hambre y el derecho a una alimentación adecuada.

También se refiere el documento base a la cooperación entre Estados… fundamental para garantizar el derecho a la alimentación. Esta cooperación debe consistir, en no ponerse trabas, en evitar la utilización de los alimentos como mecanismo de presión política, y en evitar bloqueos comerciales, entre otras cosas. Esta cooperación está fundada en “la solidaridad social que agrupa a todos los hombres en una única y sola familia y que impone a las naciones ricas la obligación de no permanecer indiferentes ante los países cuyos miembros se ven extenuados por la miseria y el hambre y no disfrutan, como es debido, de los derechos fundamentales del hombre” (Juan XXIII, Mater et Magistra, 157).

La asunción de un compromiso político constante al más alto nivel es requisito previo para la erradicación del hambre. El compromiso debe “estar inspirado en la convicción de que el derecho a la alimentación sólo quedará garantizado si nos preocupamos por su sujeto real, es decir, la persona que sufre los efectos del hambre y la desnutrición”. Este compromiso supone reservar a la seguridad alimentaria y la nutrición el primer lugar del programa político y crear un entorno favorable para mejorar la seguridad alimentaria y la nutrición a través de inversiones adecuadas, mejores políticas, marcos jurídicos más adecuados, la participación de los interesados y un fundamento sólido de datos comprobados.

Siembra capacidades, siembra solidaridad, una invitación al compromiso y a la esperanza que nos hacen desde MANOS UNIDAS.

¿Te ha gustado este artículo?

compártelo