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  • Carlos Collantes Díez

NO AL SILENCIO

28 Marzo 2018 888

“¿Qué hay en la raíz de la esclavitud, del desempleo, del abandono de los bienes comunes y la naturaleza? La corrupción, un proceso de muerte que nutre la cultura de la muerte”. Son reflexiones recientes del Papa Francisco, asegurando que la corrupción “no se combate con el silencio”.

Y de silencios cómplices y clamorosos, nuestra sociedad, desgraciadamente, sabe mucho. De silencios, de mirar hacia otro lado; peor todavía, de obstaculizar la labor de la justicia, destruyendo pruebas. El daño es inmenso. De cultura de muerte, habla el Papa.

El cardenal Turkson, presidente del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral afirmó que "no debemos hablar de resolver la corrupción en teoría, sino de combatir la corrupción en cada uno de los sectores. Los pobres pagan la fiesta de los corruptos".

"No sorprende que el Papa haya incluido el tema de la corrupción entre las intenciones de este año; es algo que le preocupa de manera significativa y a lo cual se refirió en muchas oportunidades", comentó el P. Frédéric Fornos sj, director internacional de la Red Mundial de Oración del Papa. "La corrupción afecta a muchísimas naciones del mundo y es un mal que destruye y mata", agregó.

Los corruptos hacen un inmenso daño, porque utilizan su poder para sus propios intereses, dejando desamparados a los más vulnerables, daño en el ámbito económico. En el político, la corrupción socava la democracia, en el ético se burla de valores sobre los que se construye nuestra convivencia. La corrupción destruye el bien común, desprecia el interés general y atenta contra la esperanza, ya que actúa como un cáncer que destruye el tejido social, la confianza y la justicia. NO AL SILENCIO.

En septiembre pasado decía el Papa: Tiene una naturaleza contagiosa y parasitaria, porque no se nutre de lo bueno que se produce, sino de lo que se substrae y se roba. Es una raíz venenosa que altera la competencia sana y aleja las inversiones. En el fondo,  la corrupción es un habitus construido sobre la idolatría del dinero y la mercantilización de la dignidad humana por lo que se debe combatir  con medidas no menos incisivas que las previstas en la lucha contra las mafias.

No podemos aceptar la banalización de la corrupción, trampa en la que algunos líderes políticos pretenden que caigamos cuando miran a otro lado o intentan desviar la atención con argumentos falaces, cuando pretenden confundir la verdad con el engaño, mintiendo a toda una sociedad. Por eso, NO AL SILENCIO.

Cuando ciertas verdades –los hechos que hablan por sí mismos- molestan al poder, este fabrica sus propias verdades “alternativas”, es decir, sus mentiras. Mentiras repetidas para intentar ocultar lo que todo el mundo huele: une enorme podredumbre negada durante años.

No es un asunto del pasado, las consecuencias ahí están, nadie ha asumido todavía responsabilidades políticas y alguien debería hacerlo por dignidad, por decencia, por respeto a la ciudadanía y a las víctimas económicas de la corrupción. “Los pobres pagan la fiesta de los corruptos”.

P. Carlos Collantes sx

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