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  • Carlos Collantes Díez

Mala suerte, buena suerte, quién sabe

04 Abril 2017 2256

Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo. Un día el caballo se escapó a las montañas. Al enterarse los vecinos acudieron a consolar al granjero por su pérdida. “Qué mala suerte”, le decían. El granjero les respondía: “mala suerte, buena suerte, quién sabe”.

Unos días más tarde el caballo regresó trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del granjero, esta vez a felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”, contestó el granjero.

El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez, los vecinos se lamentaban de la mala suerte del granjero y otra vez el anciano granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”.

Días más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Los aldeanos, ¡cómo no!, comentaban la buena suerte del granjero y cómo no, el granjero les dijo: “Buena suerte, mala suerte, ¿quién sabe?”.   CUENTO CHINO 

PARA REFLEXIONAR Y ORAR

¿Qué lecturas hacemos de los acontecimientos? ¿En clave de fe? ¿Con la mirada de Dios?

Circunstancias dolorosas no buscadas, con el tiempo se convierten en fuente de crecimiento humano y de fecundidad espiritual.

¿El destino ciego, el azar? Los cristianos creemos en la Providencia… una Manos bondadosas nos acompañan y acogen. Estamos en buenas Manos.

Lee ROMANOS 8, 28-39 Nadie puede separarnos del amor de Dios.

SABIDURÍA 11, 23 – 12,1. Dios amigo de la vida que ha puesto en nuestros corazones su soplo incorruptible.

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