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  • Robertus Kardi

“Preparad el camino del Señor”

07 Diciembre 2023 864

En este segundo domingo de Adviento, nos encontramos con el Evangelio según Marcos, que nos presenta el comienzo de la Buena Nueva, la llegada del Mesías tan esperado. En estos versículos, Marcos nos lleva directamente al desierto, al lugar donde la voz profética de Isaías resonó con fuerza, anunciando la preparación del camino para el Señor.

"Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Con estas palabras, Marcos nos lleva al corazón mismo del mensaje que nos trae Jesús. Este no es solo un hombre extraordinario; es el Hijo de Dios, el Salvador prometido que viene a transformar nuestras vidas y a ofrecernos la redención.

Aparece Juan el Bautista en la escena, cumpliendo la profecía de Isaías. Este hombre austero, vestido con pieles y alimentándose de saltamontes y miel, no viene con un mensaje de comodidad o complacencia. Su llamada es clara: " Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos". La venida del Mesías exige una preparación en nuestros corazones, una conversión interior que enderece los caminos torcidos de nuestras vidas y allane los obstáculos que nos separan de Dios.

El bautismo de Juan simboliza esta conversión, este compromiso de apartarse del pecado y volvernos hacia Dios. Aunque él bautizaba con agua, señalaba hacia el que vendría después de él, el que bautizaría con el Espíritu Santo. Aquí, en estas aguas del Jordán, se anticipa el sacramento del bautismo que nos sumerge en la vida de Cristo y nos llena del Espíritu Santo.

La llamada a preparar el camino resuena hoy en nuestros corazones. El Adviento nos invita a hacer espacio en nuestras vidas para recibir al Señor. ¿Qué obstáculos debemos superar? ¿Qué caminos torcidos deben enderezarse en nuestra existencia para que Jesús entre y transforme nuestras vidas?

La respuesta es la misma que Juan dio hace siglos: la humildad y la conversión. Humildad para reconocer nuestras limitaciones y pecados, y conversión para apartarnos de todo aquello que nos aleja de Dios y del prójimo. Es una llamada a volvernos hacia el amor, la justicia y la misericordia, viviendo de manera coherente con la fe que profesamos.

En este tiempo de Adviento, imitemos a Juan el Bautista, preparando nuestros corazones para recibir al Salvador. Que el Espíritu Santo nos guíe y fortalezca en este camino de conversión, para que cuando celebremos la Navidad, lo hagamos con corazones renovados y llenos de alegría por la llegada de Jesús, el Hijo de Dios.

 

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