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  • Robertus Kardi

“¿Tú quién eres?”

14 Diciembre 2023 646

Ya estamos en el tercer domingo de Adviento, también conocido como "Domingo de Gaudete" o Domingo de la Alegría. En este tiempo de preparación y espera, la liturgia nos invita a alegrarnos porque la venida del Señor está cerca. La Palabra de Dios que escuchamos del Evangelio según Juan (Juan 1, 6-8. 19-28) nos ofrece reflexiones profundas mientras nos acercamos al misterio del nacimiento de nuestro Salvador.

En estos versículos, vemos a Juan el Bautista, una de las figuras claves en la narrativa del Adviento. Juan es presentado como testigo, enviado por Dios para dar testimonio de la luz que está por venir. Él no es la luz, pero viene a dar testimonio de ella. Es un precursor, un mensajero que prepara el camino para el Mesías. Y nos encontramos con un grupo de líderes religiosos que lo interrogan, preguntándole quién es y por qué bautiza si no es el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. La humildad de Juan es evidente en su respuesta. No se atribuye a sí mismo una posición que no le corresponde. Más bien, señala hacia adelante, hacia aquel que está entre ellos, pero no lo conocen.

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra propia vocación como testigos de la luz de Cristo en el mundo. En este tiempo especial de Adviento, estamos llamados a ser como Juan, a dar testimonio de la esperanza que llevamos en nuestros corazones. La luz de Cristo brilla en la oscuridad de nuestro mundo, y cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de reflejar esa luz a los demás.

Es fácil perderse en las distracciones de la temporada navideña: las luces brillantes, los regalos, las festividades. Pero el verdadero significado de la Navidad va más allá de las tradiciones externas. La verdadera alegría radica en reconocer la presencia de Cristo en nuestras vidas y compartir esa alegría con los demás.

En este tiempo de Adviento, como preparación para la llegada del Salvador, recordemos la llamada a ser testigos de la luz. Que nuestras acciones y palabras reflejen la esperanza y el amor que encontramos en Cristo. Que, al igual que Juan el Bautista, podamos dirigir con nuestras vidas a otros hacia el verdadero regalo de la Navidad: Jesucristo, la luz que ilumina nuestras vidas.

Que este tercer domingo de Adviento nos llene de gozo y nos inspire a compartir la buena nueva del Evangelio con aquellos que nos rodean.

 

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