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  • José Luis Celada de Vida Nueva

El misionero le recuerda a la Iglesia su razón de ser

16 Octubre 2023 6480

“El misionero le recuerda a la Iglesia su razón de ser”

A Fondo DOMUND 2023

José Luis Celada, entrevista de Vida Nueva nº 3.336, año 2023, páginas 16- 17.

Bukavu (República Democrática del Congo) fue el escenario elegido por los Misioneros Javerianos para celebrar en julio su XVIII Capitulo General. No solo porque llegaran a aquél país en octubre de 1958 o porque hoy no pocos de ellos sean de allí, sino porque “África existe, es una riqueza, y cuenta – y mucho – para el futuro de la humanidad y de la Iglesia.” Lo reivindica Fernando García Rodríguez, superior general de este instituto misionero, reelegido por otros seis años en el cargo. Con este granadino de la Huertezuela (Hueneja), aprovechando las preguntas del documento preparatorio para la cita capitular, pasamos revista al pasado, el presente y el futuro de la familia javeriana… y de la misión.

¿De dónde vienen los Misioneros Javerianos?

Nacen del sueño de un joven sacerdote italiano, Guido M. Conforti, que no pudiendo ser misionero por un problema serio de salud, pensó en iniciar un instituto misionero con la única finalidad de anunciar el Evangelio a quien todavía no lo conociera. Y lo fundo en su Parma natal el 3 de diciembre de 1895, fiesta de San Francisco Javier, nuestro patrón, Ya en 1898, los dos primeros misioneros fueron enviados a China.

¿Dónde están ahora mismo?

Estamos en veinte países de cuatro continentes. La primera presencia fue en China, y las últimas en Mozambique, Tailandia y Marruecos. Hasta los años 80, casi todos, éramos europeos, principalmente italianos. A partir de entonces, nos hemos ido enriqueciendo con una diversidad de procedencias: Asia, América y África. Hoy el rostro javerianos no solo es multicultural, sino  intercultural. Vivimos en pequeñas comunidades misioneras compañeros de diferentes países y culturas con un fin concreto: testimoniar el amor de dios a la humanidad manifestado en Jesucristo, y esto en contextos netamente misioneros.

Anuncio y testimonio

¿Hacia dónde se encaminan?

Queremos seguir siendo fieles a la misión que la Iglesia nos ha confiado: anunciar y testimoniar el Evangelio hasta los últimos confines de la tierra (Mt 28, 18-20). Después de dos mil años, nos damos cuenta de que el número de quien no conoce a Jesucristo sigue aumentando. Hoy dos terceras partes de la humanidad no saben que Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Estar ahí, en contextos geográficos. Culturales y existenciales muy diferentes entre sí, es parte de nuestra vocación misionera.

Resulta muy significativo – y así se lo agradecía el Papa en su mensaje – el lugar elegido para celebrar el Capítulo…

Nos sentimos parte de la humanidad, con una atención especial a países, regiones y grupos humanos que cuentan poco delante de los poderes que guían nuestro mundo;  personas de carne y hueso que sufren violencia, son explotadas en sus riquezas naturales, se les niega el derecho a vivir dignamente… Se oye poco hablar de ellas, salvo en caso de calamidades violencia… como sí esa fuese la única realidad. Sin embargo, hay una gran riqueza natural, humana y espiritual. Celebrar el Capítulo en la República Democrática del Congo fue una opción pensada para decir en voz alta una gran verdad: África existe, es una riqueza, y cuenta – y mucho – para el futuro de la humanidad y de la Iglesia.

El lema de la cita era “Amar nuestra vocación javeriana” ¿Siente que le ardor misionero relega en ocasiones a un segundo plano esa pasión por el propio carisma?

Amar nuestra vocación javeriana ha sido, primero, una invitación a ir al origen de lo que somos cada uno de nosotros, ese momento de nuestra vida en el que sentimos que dios nos amaba incondicionalmente y, amándonos, nos invitaba a colaborar en la realización de su sueño: que la humanidad, en su diversidad, pueda vivir dándose la mano, construyendo puentes de comunicación, de fraternidad, de servicio, de justicia, de paz…

Y, en segundo lugar, ha sido una llamada a cada uno de nosotros no solo a seguir manteniendo vivo ese sueño de Dios. Que es también el nuestro, sino a seguir creciendo en la fidelidad diaria al amor del Señor que se manifiesta en la entrega cotidiana de nuestras vidas, amando la misión que la Iglesia nos ha confiado y sirviendo a las personas que el Señor pone en nuestro camino.

¿Qué es la cultura javeriana” esa idea tan presente en el Capítulo?

Nuestro servicio de evangelización, de hacer presente al Señor Jesús en las personas que todavía no lo conocen ni lo aman, pasa en primer lugar por el testimonio de nuestra vida concreta, de cada día. Lo que llamamos “cultura javeriana”, por consiguiente, es un estilo de vida de quien desea con todo el corazón hacer del mundo una sola familia en Cristo. Esto se traduce en la inmediatez de las relaciones, en la sencillez de  vida, en la capacidad de relativizar la propia cultura y acoger la riqueza de la cultura de los demás. Este estilo de vida, fundado en una profunda consagración a Cristo, modelado según el ejemplo de San Guido M. Conforti, con ese espíritu de fe viva que les hace ver a Dios, buscar a Dios y amar a Dios en todo y en todos, nos une a todo como Familia Javeriana.

¿Y cómo vive la Familia Carismática Javeriana la misión compartida entre religiosos, religiosas y laicos? ¿En qué medida les está ayudando el Sínodo de la Sinodalidad?

Evangelizar es propio de quien ha acogido en su vida el amor de Dios manifestado en Cristo y, a partir de ahí, siente la urgencia de compartir esta Buena Noticia en los cuatro rincones del universo. El carisma javeriano participa de este deseo urgente de evangelizar hoy. Y ahí estamos, religiosos y laicos, compartiendo misión y a veces en lugares diferentes, otras caminando juntos. El camino sinodal es la manera concreta de ser hoy Iglesia. No hay otra. Nuestro deseo es seguir creciendo en esta mentalidad y estrechando lazos de fraternidad y colaboración mutua.

Un carisma esencial

La creciente pluralidad de la congregación enriquece su presencia y testimonio, pero ¿cómo se conjuga la apertura al mundo con la atención a las diversas Iglesias locales?

El carisma misionero es parte esencial de la Iglesia. El misionero nace, crece, se desarrolla y vive en la Iglesia. Allí donde hay un misionero, la Iglesia está presente. El misionero, con su testimonio de vida, le recuerda a la Iglesia su razón de ser en este mundo, evangelizar, hacer presente el Reino de Dios.

¿Cómo afronta este segundo mandado como superior?

Hay una convicción grande en mi vida: la misión cristiana es la misión de Dios. Somos colaboradores de la obra divina. Si Dios nos ha guiado hasta hoy, continuará haciéndolo. De esto no tengo duda. Es importante esta confianza en el Señor que guía a la Iglesia, y que, a través de su Espíritu, le indica qué caminos recorrer. Intento vivir día a día con esta confianza. El resto, lo iremos descubriendo haciendo camino.

¿El futuro de la Iglesia católica pasa por la misión?

Evangelizar es la vocación de la Iglesia. El futuro de la Iglesia dependerá de la calidad de testimonio de nuestra vida cristiana, de nuestro amor a Dios y a la humanidad; sabiendo y sintiendo que no estamos solos, que el Señor Jesús está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.

Nota: A través de este mismo artículo agradecemos a la Revista Vida Nueva que nos ha permitido publicar la entrevista que José Celada ha hecho a nuestro superior general: Fernando García Rodríguez. También aprovechar de agradecerle por todo el bien que hace a la Iglesia a través de Vida Nueva.

 

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