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  • P. Humberto Mauro Marsich sx

RAIZ HUMANA DE CRISIS ECOLOGICA

02 May 2019 5848

LA RAÍZ HUMANA DE LA CRISIS ECOLÓGICA

Lo que sucede es que, hoy, el hombre se auto-comprende como el centro de la naturaleza y por encima de la realidad.

Dominar el mundo a su antojo

En el capítulo tercero de la carta Encíclica ‘Laudatosii’, ‘alabado seas’ (LS), el Papa Francisco se detiene a reflexionar acerca de las verdaderas causas de la crisis ecológica mundial, de la degradación ambiental y cultural, que son, obviamente, ‘humanas’: la generalización del paradigma tecnocrático, la absolutización y exaltación de la tecnología sin límites éticos y la comprensión del hombre desde un relativismo práctico absoluto e inaceptable.

El ‘antropocentrismo moderno’, en efecto, otorga al hombre un poder absoluto sobre la naturaleza, con la exclusión de límites éticos. Sin embargo, esta ansia de poder ilimitado, propio de la ‘lógica de la técnica’, o sea, de la ‘tecnocracia’, puede llegar a amenazar su destrucción. “Un antropocentrismo desviado da lugar a un estilo de vida desviado” y el desastre ecológico es su lógico resultado.

La globalización de la ‘lógica de la técnica’, o sea, de la cultura tecnocrática, da, por cierto, fuertes poderes al hombre; como ubicándolo fuera del mundo para poderlo, así, dominar a su antojo y en función de sus conveniencias egoístas.Bien sabemos que para una técnica sin conciencia cualquier cosa es lícita.

Nueva era, nueva encrucijada

Francisco escribe: “La humanidad ha ingresado en una nueva era en la que el poderío tecnológico nos pone en una encrucijada” (n. 102). Luego, confiesa también su preocupación: “Pero no podemos ignorar que la energía nuclear, la biotecnología, la informática, el conocimiento de nuestro propio DNA y otras capacidades, que hemos adquirido, nos dan un tremendo poder” (n. 104).

Muy realísticamente,sigue reconociendo la posibilidad de que el hombre utilice mal su poder cuando no está “sometido a norma alguna reguladora de la libertad, sino únicamente a los supuestos imperativos de la utilidad y de la seguridad” (n. 105.

Actualmente, la posibilidad de la intervención humana sobre la vida en general, vegetal y animal, y sobre la humana en especial, se ha dilatado notablemente. Reconocemos que el reflejo más vistoso del paradigma ‘tecno-económico’ es el consumismo obsesivo y generador de residuos contaminantes y basura tóxica.

 

Cultura ecológica

La cultura ecológica, por lo contrario, es una visión nueva de la realidad. Se trata, por cierto, de una verdadera ‘revolución cultural’, que el hombre necesita para la sobrevivencia, la cultura ecológica debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático (n. 111).

El hombre, con la riqueza de sus facultades y la dignidad de su identidad, no puede renunciar a ser sí mismo, es decir, a obedecer a su conciencia y a las normas morales inherentes a su esencia humana. Por esta razón, debe entender que no sólo la tierra ha sido dada por Dios al hombre, el cual debe usarla respetando la intención originaria, sino que él mismo ha sido un don de Dios. Por tanto, debe respetar también la estructura natural y moral regaladas.

 En esta línea, el hombre debe interpretarse sí como ‘señor’ del universo, pero nunca ‘dueño’. Más bien, como administrador responsable, sin suplantar a Dios. La crisis ecológica se convierte en una manifestación de incumplimiento humano y de irresponsabilidad ética. En fin, en pesadilla perversa.

La ‘cultura ecológica’ terapéutica y saludable, a su vez, debe abarcar toda la realidad y su vocación ‘holística’ debe incluir todas las dimensiones: humana, ambiental, económica y social.

“La desaparición de una cultura -nos dice, oportunamente, el Papa – puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal. La imposición de un estilo hegemónico de vida ligado a un modo de producción puede ser tan dañina como la alteración de los ecosistemas” (n. 145).

Líneas de acción del paradigma ecológico.

El capítulo V de la Encíclica ecológica ‘LS’aconseja:

Favorecer el dialogo sobre el medio ambiente a nivel de ‘política internacional’. La interdependencia, desde luego, entre las naciones, nos obliga a pensar en ‘un solo mundo y en un proyecto común’ (n. 164).

Priorizar el dialogo y la trasparencia en los procesos decisionales en contra, desde luego, de la corrupción, siempre en acecho. La previsión del impacto ambiental de los proyectos, por tanto, según el Papa, “requiere procesos políticos transparentes y sujetos al dialogo” (n. 182).

 

Otro estilo de vida

Poner en dialogo la política con la economía. “Hoy pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en dialogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana” (n. 189).

Para una mejor comprensión del sentido de la vida común se considera oportuno, también, el dialogo entre todas las religiones y entre religiones y ciencias. En efecto, los principios éticos, que la razón es capaz de percibir, pueden reaparecer siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, también religiosos (n. 199). Así es como surgiría el tan deseado ‘ecumenismo ecológico’ (n. 201).

Apostar, finalmente, por otro estilo de vida. Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. La ‘carta de la tierra’, en efecto, invitaba a todos a dejar atrás la etapa de autodestrucción y a comenzar de nuevo. En fin, la educación para la ‘alianza entre la humanidad y el ambiente’ sí es viable y posible (n. 209).

P. Humberto Mauro Marsich, sx

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