En este domingo, el evangelio presenta la imagen de la viña como símbolo del pueblo que el Señor eligió. Como una viña, el pueblo requiere mucho cuidado, requiere un amor paciente y fiel. Así se comporta Dios con nosotros, y así estamos llamados a comportarnos nosotros para que produzca los frutos del reino de Dios.
Podemos tener la tentación de «apoderarnos» de la viña, a causa de la codicia que nunca falta en los seres humanos. El sueño de Dios siempre se enfrenta con la hipocresía de algunos servidores suyos. Y para satisfacer esta codicia, los malos pastores cargan sobre los hombros de las personas fardos insoportables, que ellos mismos ni siquiera tocan con un dedo.
Para cultivar y guardar bien la viña, es preciso que nuestro corazón y nuestra mente estén custodiados en Jesucristo por la «paz de Dios, que supera todo juicio». De este modo, nuestros pensamientos y nuestros proyectos serán conformes al sueño de Dios: formar un pueblo santo que le pertenezca y que produzca los frutos del Reino de Dios.
La parábola, también, nos habla de los que quieren tomar posesión de la viña y han perdido la relación con el Dueño de la viña. Un Dueño que nos ha llamado con amor, nos protege, pero luego nos da la libertad. Estas personas sienten que son fuertes, se sienten autónomos ante Dios. La parábola nos habla también nosotros. Una lectura honesta del texto nos obliga a hacernos preguntas: ¿Estamos produciendo en nuestros tiempos «los frutos» que Dios espera de su pueblo: justicia para los excluidos, solidaridad, compasión hacia el que sufre, perdón…?
Con esta dura parábola, Jesús pone a sus interlocutores frente a su responsabilidad, y lo hace con extrema claridad. Pero no pensemos que esta advertencia valga solamente para los que rechazaron a Jesús en aquella época. Vale para todos los tiempos, incluido el nuestro. También hoy Dios espera los frutos de su viña de aquellos que ha enviado a trabajar en ella. A todos nosotros. (Fuente: Papa Francisco)
Mateo 21, 33-43. La parábola de la viña arrendada a unos colonos infieles, despiadados y asesinos… La piedra rechazada se convierte en la piedra angular…
José Luis Sicre: De canción de amor a canción de muerte.El domingo pasado, Jesús denunció a las autoridades religiosas y políticas por no haber creído a Juan Bautista cuando sí le creyeron los recaudadores de impuestos y las prostitutas. Este domingo, el ataque es más duro: los acusará de ladrones y asesinos.
Carme Soto: Llamad@s a cuidar la viña de Dios. Jesús es consciente de que su vida está amenazada por los líderes religiosos de Israel, que están actuando como los arrendatarios de la parábola.