El pasaje del Evangelio de este domingo (Marcos 1, 40-45) nos presenta un encuentro extraordinario entre Jesús y un leproso. En la sociedad de la época de Jesús, los leprosos eran considerados impuros y a menudo eran excluidos de la comunidad. Sin embargo, este hombre leproso, lleno de esperanza, se acercó a Jesús con humildad y confianza, reconociendo en Él la posibilidad de encontrar sanación y liberación. Nosotros también, en nuestros momentos de necesidad, debemos acudir a Jesús con un corazón humilde y confiado, reconociendo que solo en Él encontramos la verdadera curación para nuestras heridas, sobre todo heridas emocionales y espirituales.
Observemos cómo Jesús responde a este hombre: "Sintiendo compasión, extendió la mano, lo tocó y le dijo: 'Lo quiero, queda limpio'". En este gesto, vemos la compasión profunda y el amor incondicional de nuestro Señor. Jesús no solo cura al leproso físicamente, sino que lo restaura a la plenitud de su humanidad, reintegrándolo a la sociedad de la que había sido excluido. La compasión de Jesús nos revela la naturaleza misericordiosa de Dios y nos llama a imitar ese amor en nuestras vidas diarias.
Como discípulos de Cristo, también estamos llamados a compartir la Buena Nueva con los demás. Observemos que Jesús le pide al leproso sanado que no lo cuente a nadie, pero el hombre no puede contener su alegría y proclama la obra milagrosa de Jesús a todos. Este acto desobediente revela la necesidad de compartir la gracia de Dios con los demás, de no guardar para nosotros mismos el regalo de la salvación.
A nosotros, hoy, el Evangelio de la curación del leproso nos dice que si queremos ser auténticos discípulos de Jesús estamos llamados a llegar a ser, unidos a Él, instrumentos de su amor misericordioso, superando todo tipo de marginación.
Que el Señor nos bendiga y nos fortalezca en nuestra misión de ser testigos de su amor en el mundo.
José Luis Sicre: Poder y compasión.Jesús frente al leproso, antes de demostrar su poder, muestra su compasión al tocar su parte enferma. Quien tocaba a un leproso quedaba impuro; pero a Jesús no le preocupa este tipo de impureza.
José Antonio Pagola: Contra la exclusión.En la sociedad judía, el leproso no era solo un enfermo. Era, antes que nada, un impuro. Un ser estigmatizado, sin sitio en la sociedad, sin acogida en ninguna parte, excluido de la vida.
Carme Soto: Una fe que transforma y libera.Lo impresionante de las curaciones de Jesús está en su capacidad de propiciar un encuentro entrañable que hace que la persona herida pueda reconstruir su vida y pueda encontrarse a Dios acompañando ese proceso.