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  • P. Carlos Collantes SX

34. Políticas sanas para la paz

10 Abril 2024 677

Quienes pretenden pacificar a una sociedad no deben olvidar que la inequidad y la falta de un desarrollo humano integral no permiten generar paz”. (Papa Francisco, Fratelli tutti, 235)

Terminábamos el último artículo afirmando que el camino hacia la paz pasa por el servicio al bien común. Y en este sentido el Papa Francisco escribe lo siguiente: “La política no debe someterse a la economía y ésta no debe someterse a los dictámenes y al paradigma eficientista de la tecnocracia. Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. La salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una larga, costosa y aparente curación.” (Laudato si, 189)

Opuestas al bien común y al servicio de la vida encontramos tendencias y prácticas individualistas muy arraigadas en nuestra cultura, y en los engranajes económico-financieros que ocultan y responden a intereses de grupos privilegiados y minoritarios que actúan y viven de manera miope e irresponsable, de espaldas al bien común universal, a la paz y a la vida.

Virus peligroso

He aquí otro texto incisivo del Papa: “El individualismo no nos hace más libres, más iguales, más hermanos. La mera suma de los intereses individuales no es capaz de generar un mundo mejor para toda la humanidad. Ni siquiera puede preservarnos de tantos males que cada vez se vuelven más globales. Pero el individualismo radical es el virus más difícil de vencer. Engaña. Nos hace creer que todo consiste en dar rienda suelta a las propias ambiciones, como si acumulando ambiciones y seguridades individuales pudiéramos construir el bien común”. (Fratelli tutti, 105.103.234-235)

El individualismo es uno de los pilares ideológicos y culturales del liberalismo económico; sin embargo, tal individualismo no trae ni más igualdad, ni más fraternidad ni siquiera más libertad como pregonan los interesados cantores del neoliberalismo. De suerte que hay una clara relación entre una determinada concepción de la libertad y el individualismo más insolidario e indiferente al sufrimiento del otro. Un individualismo sin vínculos, sin responsabilidad. Y el otro son personas con rostros concretos, pueblos enteros y la propia tierra, nuestra casa común. Algunos aceptan que se realicen gestos aislados de filantropía, donaciones tal vez cuantiosas, lo que no deja de ser una instrumentalización de la caridad, utilizada para ocultar, incluso justificar, las hirientes desigualdades sociales, la inaceptable injusticia social y el enorme sufrimiento evitable.

Otras políticas

Me permito repetir que «la crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo» (Ls 189). Es más, parece que las verdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes”. (Fratelli tutti, 170)

Necesitamos, por tanto, otras políticas para terminar con la pandemia de la injusticia, del empobrecimiento, del desempleo, del hambre. Algunas políticas quisieran terminar con la pobreza acabando con los pobres siguiendo la lógica del darwinismo social, del descarte, de la población sobrante, políticas económicas que producen muerte. (FT 29 EG 53)

La pandemia de coronavirus tiene el potencial de agravar la desigualdad en prácticamente todos los países del mundo al mismo tiempo, una situación sin precedentes desde que existen registros. El virus ha puesto al descubierto y ha exacerbado las desigualdades económicas, de género y raciales, a la vez que se ha alimentado de ellas. Más de dos millones de personas han perdido la vida, y cientos de millones se están viendo arrastradas a la pobreza, mientras que la mayoría de las personas y empresas más ricas del mundo sigue enriqueciéndose. Las fortunas de los milmillonarios han recuperado el nivel previo a la pandemia en tan solo nueve meses, mientras que para las personas en mayor situación de pobreza del mundo esta recuperación podría tardar más de una década en llegar. La actual crisis ha puesto al descubierto nuestra fragilidad colectiva, así como la incapacidad de nuestra economía, profundamente desigual, de beneficiar al conjunto de la sociedad. No obstante, también nos ha enseñado que la acción de los Gobiernos es vital para proteger nuestra salud y nuestros medios de vida. De repente, se ha demostrado que es posible poner en marcha políticas transformadoras que antes de la crisis eran impensables. No hay vuelta atrás. No podemos volver a donde estábamos. En lugar de ello, la ciudadanía y los Gobiernos deben responder a la urgente necesidad de construir un mundo más justo y sostenible. (“El virus de la desigualdad”. Informe OXFAM enero 2021) 

Recuperar valores

El Papa en su encíclica Fratelli tutti consagra todo un capítulo, el 5º, a reflexionar sobre la sana política que no esté sometida a la dictadura de las finanzas, capaz de asegurar el bien común universal, de erradicar el hambre y la miseria, centrada en la defensa de los derechos humanos, en la atención prioritaria a los más vulnerables y frágiles, a los “descartados” y que tenga como criterio fundamental la dignidad de la persona. Necesitamos replanteamientos de fondo y transformaciones importantes. En efecto, escribe él: “La fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado y que, además de rehabilitar una sana política que no esté sometida al dictado de las finanzas, «tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos»” (FT 168)

Los objetivos mercantilistas del arrogante e insolidario proyecto neoliberal pretenden mermar los recursos destinados a los servicios básicos fundamentales, desmantelar servicios públicos (sanidad, educación, vivienda), eliminar el Estado del bienestar, así como la función redistributiva que los poderes públicos deben llevar a cabo mediante políticas fiscales progresivas, justas, equitativas. Sus objetivos son contrarios a un mínimo de equidad, de justicia social, contrarios a la realización de cualquier horizonte de igualdad socioeconómica y destruyen la cohesión social. “En ciertos contextos, -escribe el Papa- es frecuente acusar de populistas a todos los que defiendan los derechos de los más débiles de la sociedad.” (FT 163)

Décadas de neoliberalismo han destrozado las estructuras de lo público y minado el tejido comunitario, han socavado en el ámbito cultural y político determinados valores sociales como la solidaridad, la empatía, de ahí la necesidad de reconstruir los vínculos. De lo contrario, la paz será imposible.

Palabras vaciadas

El hecho es que «una libertad económica sólo declamada, pero donde las condiciones reales impiden que muchos puedan acceder realmente a ella […] se convierte en un discurso contradictorio». Palabras como libertad, democracia o fraternidad se vacían de sentido. Porque el hecho es que «mientras nuestro sistema económico y social produzca una sola víctima y haya una sola persona descartada, no habrá una fiesta de fraternidad universal». Una sociedad humana y fraterna es capaz de preocuparse para garantizar de modo eficiente y estable que todos sean acompañados en el recorrido de sus vidas, no sólo para asegurar sus necesidades básicas, sino para que puedan dar lo mejor de sí, aunque su rendimiento no sea el mejor, aunque vayan lento, aunque su eficiencia sea poco destacada”. (FT 110)

¿Cómo contrarrestar el frío e inhumano comportamiento de la indiferencia e individualismo autosuficiente para recorrer los caminos de la paz? ¿Cómo reconstruir los grandes valores fraternos? (FT 30)

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