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  • Robertus Kardi

“Has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor”

17 Noviembre 2023 690

El Evangelio de este domingo es la parábola de los talentos, tomada de san Mateo (25, 14-30). Relata acerca de un hombre que, antes de partir para un viaje, convocó a sus siervos y les confió su patrimonio en talentos, monedas antiguas de grandísimo valor. Ese patrón dejó al primer siervo cinco talentos, al segundo dos, al tercero uno. Durante la ausencia del patrón, los tres siervos tenían que hacer fructificar ese patrimonio. El primer y el segundo siervo duplicaron cada uno el capital inicial; el tercero, en cambio, por miedo a perder todo, sepultó el talento recibido en un hoyo. Al regresar el patrón, los dos primeros recibieron la alabanza y la recompensa, mientras que el tercero, que restituyó sólo la moneda recibida, fue reprendido y castigado.

El hombre de la parábola representa a Jesús, los siervos somos nosotros y los talentos son el patrimonio que el Señor nos confía. ¿Cuál es el patrimonio? Su Palabra, la Eucaristía, la fe en el Padre celestial, su perdón… en definitiva, muchas cosas, sus bienes más preciosos. Este es el patrimonio que Él nos confía. No sólo para custodiar, sino para fructificar. 

En la parábola los talentos representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos fructificar. El hoyo cavado en la tierra por el «siervo negligente y holgazán» indica el miedo a arriesgar que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor. Porque el miedo a los riesgos del amor nos bloquea. Jesús no nos pide que conservemos su gracia en una caja fuerte.

Cualquier ambiente, incluso el más lejano e inaccesible, puede convertirse en lugar donde fructifiquen los talentos. No existen situaciones o sitios que sean obstáculo para la presencia y el testimonio cristiano. El testimonio que Jesús nos pide no es cerrado, es abierto, depende de nosotros (Fuente: Papa Francisco)

Esta parábola destaca la importancia de ser buenos administradores de lo que se nos ha confiado. Dios nos llama a ser responsables y fructíferos con los dones que hemos recibido, ya sean grandes o pequeños. No se trata tanto de la cantidad de dones, sino de cómo los utilizamos para el servicio de Dios y de los demás.

En este tiempo litúrgico, mientras nos preparamos para el adviento, es una oportunidad para reflexionar sobre nuestra propia vida espiritual. ¿Cómo estamos cultivando y compartiendo los dones que Dios nos ha dado en nuestra comunidad y en el mundo?

Recordemos que el Señor nos llama a ser fieles, diligentes y valientes en el uso de nuestros talentos. No tengamos miedo de arriesgarnos por el Reino de Dios. Al final de la parábola, el dueño regresa y elogia a los siervos fieles con estas palabras hermosas: “Bien, siervo bueno y fiel; como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; entra en el gozo de tu señor”

Que estas palabras resuenen en nuestros corazones y nos inspiren a ser buenos administradores de los dones que Dios nos ha confiado. Que podamos vivir con valentía y generosidad, trabajando para el crecimiento del Reino de Dios en nuestra vida y en el mundo que nos rodea.

 

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