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  • Ivanildo Quaresma

Venid y veréis

11 Enero 2024 3040

El Evangelio de este segundo domingo del Tiempo Ordinario presenta el encuentro de Jesús con sus primeros discípulos. Juan Bautista señala al Mesías a dos de ellos con estas palabras: «¡He ahí el Cordero de Dios!». Y aquellos dos, fiándose del testimonio del Bautista, siguen a Jesús que se da cuenta y pregunta: «¿Qué buscáis?» y ellos le preguntan: «Maestro, ¿Dónde vives?» […]Jesús no contesta: “Vivo en Cafarnaúm o en Nazaret”, sino que dice: «Venid y lo veréis». Es la invitación a un encuentro. Los dos lo siguen y se quedan con Él esa tarde. No es difícil imaginarlos sentados, haciéndole preguntas y sobre todo escuchándolo, sintiendo que sus corazones se encienden cada vez más mientras el Maestro habla. Y descubren que, mientras empieza a atardecer, en ellos, en su corazón estalla la luz que sólo Dios puede dar.

Detengámonos en esta experiencia de encuentro con Cristo que nos llama a estar con Él. Cada llamada de Dios es una iniciativa de su amor. Siempre es Él quien toma la iniciativa, Él te llama. Dios llama a la vida, llama a la fe, y llama a un estado de vida particular. “Yo te quiero aquí”. […]Son maneras diferentes de realizar el proyecto que Dios, ese que tiene para cada uno de nosotros, que es siempre un plan de amor. Dios llama siempre. Y la alegría más grande para cada creyente es responder a esta llamada, a entregarse completamente al servicio de Dios y de sus hermanos.

Hermanos y hermanas, frente a la llamada del Señor, que puede llegar a nosotros de mil maneras, nuestra actitud a veces puede ser de rechazo -“No…Tengo miedo…-, rechazo porque nos parece que contrasta con nuestras aspiraciones y también de miedo, porque la consideramos demasiado exigente e incómoda. […]. Pero la llamada de Dios es amor, tenemos que intentar encontrar el amor que hay detrás de cada llamada, y a ella se responde solo con amor. Este es el lenguaje: la respuesta a una llamada que viene del amor es solo el amor. Al principio hay un encuentro, precisamente, el encuentro con Jesús, que nos habla del Padre, nos da a conocer su amor. Y entonces, espontáneamente, brota también en nosotros el deseo de comunicarlo a las personas que amamos: “He encontrado el Amor”, “he encontrado al Mesías”, “he encontrado a Dios”, “he encontrado a Jesús” “he encontrado el sentido de mi vida”. En una palabra: “He encontrado a Dios".

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