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  • Ivanildo Quaresma

Los amó hasta el extremo

28 Marzo 2024 1192

Con la misa de la Cena del Señor, comenzamos la celebración del Triduo pascual de la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Como expresa la oración colecta de hoy, para que, del banquete eucarístico confiado por el Señor a su Iglesia, “brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida”.

Nos disponemos por tanto a iniciar los misterios de nuestra redención. Comenzamos en el cenáculo, donde por primera vez Jesús parte el pan, signo de su cuerpo, que nos lo ofrece como alimento de vida eterna. El lugar en el que nos da a beber la copa de vino, con la que sella la Nueva Alianza, sacramento de su sangre que derramará en la cruz para el perdón de nuestros pecados. Escucharemos de sus labios que nos ha amado hasta el extremo de entregar su vida por nosotros. Con el lavatorio de los pies, nos dará ejemplo para que, cuantos creemos en Él, lo sigamos generosamente sirviendo a los demás. Animados por el amor y fortalecidos por el alimento eucarístico, el Viernes Santo estaremos a su lado en el calvario junto a la cruz y, en la Vigilia pascual, la gracia de su resurrección nos empujará a ser sus testigos con una vida renovada.

«… ¿Entienden lo que he hecho?», la tozudez de los discípulos era inmensa, se habían olvidado de aquella otra interpelación cuyo resultado fue «los jefes de las naciones las gobiernan tiránicamente y que los dirigentes las oprimen. No debe ser así entre ustedes» (Mt 20, 25) La propuesta de Jesús es otra. Menos mal que nos regaló el sacramento: «Hagan esto en mi memoria». Necesitamos recordar, hacer memoria constantemente, ¿o es que nos creemos mejores, que los apóstoles? ¿Creemos que hemos «entendido» mejor que ellos? Sentir con Cristo en este día tan importante. Jesús pone, la última cena toda su vida y los sueños del Padre, el Reino, en los gestos de esta cena. Nos regala toda una lección llena de vida, nos recuerda que es «pan partido», «vida derramada» para servir desde los últimos y con los últimos y nos invita a «comerle» a ser como él «un pan partido y una vida derramada» al servicio de TODOS, Y lo hacemos en comunidad, esto lo vivimos en el nosotros y nosotras, sintiendo con la Iglesia, en el acto por excelencia de comunión: la Eucaristía. «Hoy más que nunca» estamos juntos en el altar. Cuando comulgamos, el amén es «quiero ser como tú, un pan partido y una vida derramada».

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