La Semana Santa es una ocasión para acompañar a Jesús desde su llegada a Jerusalén hasta su Muerte y Resurrección para que, en esa experiencia, nos dejemos interpelar en lo profundo de nuestro corazón. Se trata de un tiempo oportuno para dejarnos sanar y liberar de todo aquello que nos impide amar y amarnos como el Padre desea. Y así acercar nuestro corazón a tantas personas y realidades sufrientes, y salir de nuestra mirada estrecha y nuestro corazón encerrado.
Jesús entra a Jerusalén para celebrar la pascua judía junto a sus amigos y familiares. Sabe que su hora ha llegado. La hora de manifestar su Amor por los suyos hasta el extremo. Y eso mismo desea hacer Jesús al entrar en nuestros corazones: estar con nosotros, compartir la mesa y revelarnos su infinito Amor y Misericordia; no tiene miedo a lo que allí escondemos, a que lo rechacemos, lo entreguemos o lo abandonemos.
Resulta un tiempo ideal para preguntarnos ¿Cómo está mi corazón frente al de Jesús? Tal vez nos encontremos con un corazón dormido que no sabe cómo rezar o acompañar a Jesús; adormecido por la rutina, por el sin sentido y el tedio. O con un corazón lleno de dudas porque tiene miedo a perder la seguridad que ha conseguido, y por eso se esconde. O con un corazón cansado y dolido, que conoce de entregas amorosas pero que necesita ser reconfortado, abrazado y alimentado por el amor de Cristo.
El Señor entra a Jerusalén-y a nuestro corazón, – porque está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias para revelarnos Su amor; para compartir con nosotros Su vida, en medio de nuestros miedos y dudas. Para enseñarnos cómo amar a nuestra familia, a nuestros padres, a los hijos, a los amigos, a los enfermos, a los marginados y olvidados
José Luis Sicre: Domingo de Ramos. Jesús murió porque hizo la cosa más inadecuada (entrada triunfal) en el momento más inadecuado (semana de Pascua) y en el sitio más inadecuado (Jerusalén).
Enrique Martínez Lozano: Hijo de Dios. “Hijo de Dios” es una metáfora que apunta a nuestra verdad última: todos somos hijos “naciendo” de la Fuente que es origen de todo lo real.
José Antonio Pagola: El gesto supremo. Jesús contó con la posibilidad de un final violento. No era un ingenuo. Sabe a qué se expone si sigue insistiendo en el proyecto del reino de Dios.